miércoles, 28 de octubre de 2009

ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

Buenos días a amigos oyentes de Radio Nacional de Venezuela. Hoy es treinta de mayo del año dos mil ocho y yo soy Vladimir Lazo. Me encuentro ante estos micrófonos para decir algo sobre el mundo en el que vivimos. Antes de comenzar les comunico que frente a los controles se encuentra el señor Yoguar Pedroza, en la Dirección de Programación la licenciada Yolanda Delgado, en la Dirección del Canal Clásico el señor Manuel Lazo García, y frente a los micrófonos quien les habla Vladimir Lazo.
El asunto que deseo exponer es el relativo a algunos aspectos de lo que en general se enseña en las escuelas de economía. Es decir les hablaré sobre el egoísmo teórico.
Comenzaré diciendo, que la ciencia económica tuvo su comienzo en el moderno mundo europeo, a diferencia de las otras ciencias que nacieron en la Grecia clásica. Que haya nacido y se haya formado en época tardía no es el resultado de un olvido, de un retardo, o de una falta de interés por encarar los problemas relativos a la satisfacción de las necesidades, ni el asunto del enriquecimiento de la sociedad, siendo que estos temas podrían ser considerados como algunas de las más fuertes motivaciones originarias, para la formación del pensamiento económico, sin excluir otros de igual o más grande importancia.
Para ilustrar lo anterior, consideremos las prácticas sociales encaminadas a reproducir la vida humana mediante la satisfacción de las necesidades, prácticas las cuales con el devenir de la civilización, se vuelven cada vez más complejas y menos comprensibles a simple vista, como consecuencia de lo cual, se transforman en problemas, y se plantean y se resuelven de forma teórica en lo que luego llamamos teoría económica.
Pero esta es una visión plana e ingenua. Y lo es porque asume el problema como si fuese un asunto sólo técnico, mientras que cuando lo económico comienza a ser un problema en el mundo moderno, es porque ya éste ha recorrido un trecho lo suficientemente largo, como para que su forma exterior misma, es decir, el mercado, se haya vuelto un enigma, por lo que su forma interior, o sea, su sistema no visible, que son las relaciones sociales dentro de la producción, son igualmente de una oscuridad, cuyo desentrañamiento duró siglos para concluirse;
y las antiguas clases sociales del mundo medioeval, los señores y los siervos, estaban en trance de desaparecer como sostenes de la sociedad, pues habían emergido otras de aquella antigua sociedad, que eran, la clase burguesa y la clase del proletariado, suficientes en su relación como para armar toda la estructura de la sociedad moderna o capitalista, y que mediante tal relación, es decir la que se estableció desde el principio entre los trabajadores y los dueños de los capitales, se reproduce la sociedad a través de una estructura dinámica compleja, basada en la compra de fuerza de trabajo que hacen los capitalistas, para producir mercancías y acumular capital.
El asunto que origina al nacimiento de la ciencia económica, es la necesidad de desentrañar tal dinámica, que son relaciones sociales, por consiguiente, no fue un problema técnico, aún cuando tales relaciones, de realización sistemática, repetidas y estructurales, generan formas técnicas de realización y pueden ser objeto de investigaciones técnicas, y efectivamente lo son; pero el centro del problema no es técnico sino social y político, son relaciones sociales las que organizan el capitalismo.
Recordemos algo, cuando la ciencia económica nace en el mundo moderno, las condiciones de la vida económica y social se han transformado profundamente a partir de las formas primitivas de asociación humana, habiendo pasado por antiguas y grandiosas culturas y civilizaciones, cuyas riquezas se producían en todas ellas por medio del trabajo esclavo.
Durante el medioevo la fuente y el origen de la riqueza de los reyes, y de los señores, era tan visible y variada, como por ejemplo, las conquistas de territorios poblados, sometiendo a sus poblaciones a la esclavitud heredada del pasado, o a la servidumbre luego del siglo xi y, viviendo y satisfaciendo las necesidades, en tales sociedades, con del fruto del trabajo esclavo o servil, pero también recordemos que los señores feudales conquistaban regiones despobladas para asentarse y vivir en ellas y de ellas, pero en todas las situaciones hubo siempre una constante, que era, que la riqueza tenía su origen en la explotación, y expropiación del trabajo de los trabajadores mediante su sometimiento despótico.
En los métodos apenas nombrados, los mecanismos de la riqueza eran visibles y públicos, pero ese era el mundo premoderno, pero la economía es un asunto moderno.
Simplificando, el mundo moderno ve nacer la ciencia económica, cuyo asunto, como hemos visto antes, no es técnico, pues ni siquiera lo es básicamente, sino que es un asunto de organización de un tipo de sociedad, que es la sociedad capitalista, en la cual, las operaciones para la reproducción de la vida material de la sociedad se realizan mediante relaciones sociales, estructurales, que no son de comprensión inmediata, por lo que el nacimiento de la economía como ciencia es, como ya lo he dicho, la actividad de descubrir lo que se encuentra cubierto. Es decir, llegar a la verdad del modo de producción capitalista, supone poner de manifiesto lo oculto.
Por lo que más bien, es preciso decir, que el nacimiento de la economía, tuvo lugar en el período en que debía suceder, y no podía nacer en tiempos anteriores.
Sucede que la economía es la ciencia propia del capitalismo, es el conocimiento más típico de esta sociedad, lo es por antonomasia pues es su auto conocimiento.
En su historia encontramos la forma cómo, progresivamente, se transponen en la conciencia de los teóricos, las relaciones prácticas, constantes, automáticas, y estructurales, por medio de las que se reproduce la vida en las sociedades organizadas según el modo de producción capitalista, al cual asumen los teóricos de la economía, como la forma natural de reproducción de la vida humana, por lo que, su estructura despótica, basada en la compra-venta de fuerza de trabajo, asume para ellos la forma de relaciones naturales.
Por lo que también encontramos, dentro de sus fundamentos, la versión filosófica o metafísica por medio de la que sus expositores se conciben a sí mismos y a los integrantes de la sociedad y, en general a la historia y a la sociedad misma en su totalidad.
Recordemos que la ciencia se instaura, en general, cuando una región de la realidad no muestra la dinámica por medio de la cual es comprensible, pero esto vale siempre para todo el mundo real, que es siempre un enigma, no muestra nunca aquella dinámica, por lo que el conocimiento científico es siempre el lugar donde tenemos que ir para tener una versión verdadera de la realidad.
Y tal cosa es lo que sucede con el capitalismo, que la ciencia económica toma como su misión tal conocimiento. Lo que no significa, que en tiempos anteriores al modo de producción capitalista, no hubiese la necesidad, y la preocupación, por resolver los problemas que conlleva la satisfacción de las necesidades generales de la población, y el asunto, ligado al anterior, para todas las naciones o reinados previos al capitalismo, de la riqueza relativa de la cual podría depender su supervivencia, la de sus pueblos y de su organización política e institucional.
Con el capitalismo ocurre, que de las relaciones económicas, es evidente para todos, sólo uno de sus aspectos, su apariencia, que es el intercambio o el mercado, y no lo es en cambio, aquello de lo que es apariencia el mercado, y esto es debido al hecho de que lo acumulado, es capital, y las operaciones por medio de las cuales se realiza la acumulación, se ocultan detrás de las relaciones de intercambio de equivalentes entre mercancías que se opera en el intercambio, que es, como he dicho, la apariencia; y se ocultan también, en la producción, tras la relación de compra-venta de fuerza de trabajo, que aparece como intercambio de equivalentes, cuando en realidad, en tal intercambio, el que vende fuerza de trabajo, la vende por su valor de reposición, o por el equivalente del valor que rinde, y agrega, el último trabajador que se incorpora a la empresa, pero el trabajador, entrega una jornada en la que produce más valor que el que recibe; y se oculta también, tras las operaciones técnicas que realizan en su gestión los dueños de los capitales al combinar de forma calculada los factores tierra trabajo y capital, con la finalidad de optimizar el factor capital, es decir, con la finalidad de que el factor capital se reproduzca o se acumule.
En consecuencia, el capitalismo es un modo de producción opaco, no son visibles las relaciones y las causas por medio de las cuales los dueños de los capitales, o los ricos, acumulan capital.
Es por eso que la economía, la ciencia económica, comenzó su historia, con la finalidad de desentrañar la fisiología del modo de producción capitalista es decir, las relaciones que operan en su interior, para comprender los mecanismos de ejecución de la acumulación de capitales. Por esta razón, tuvo desde sus inicios, que vérselas siempre con aquella apariencia y leer en ella sus signos, y debió también, llegar al sistema productivo, para, de igual forma, mostrar las relaciones que en cada caso y situación histórica y social, se realiza la combinación ponderada de tierra trabajo y capital para optimizar éste último factor.
Lo anteriormente dicho es sólo un esquema resumido y reductivo, de algo de lo que fue dicho por Karl Marx en El Capital y en otras obras suyas. Sin embargo, como se trata de reflexionar sobre el asunto de la ciencia económica y de algunos de los fundamentos de su enseñanza, se vuelve una necesidad replantear el punto de vista de la economía política, vista como teoría alternativa a la economía neoclásica, y es igualmente necesario definirse en relación a la poderosa presencia de Karl Marx como pensador que realiza la crítica de la economía política.
Así que me encuentro en la oportunidad de hacerme acompañar para mi reflexión con tan grande pensador, pues sus temas siguen siendo los nuestros, su abordaje es igualmente el nuestro por ser sus discípulos, o tratar de serlo, compañía que es una gran ventaja, pues su magisterio ha sido tan grandioso, que constituye siempre un manantial que se agotará solamente cuando las condiciones que lo provocaron terminen, algo que, al contrario, no ha sucedido, sino que sigue en pie, pues en pie sigue el modo de producción capitalista, con toda su estructura de dominio sobre toda la sociedad y sobre todos los individuos, lo que hace que la economía siga siendo economía política y no economía pura, aséptica y sin relación de compromiso con alguna parte de la sociedad, sino que por el contrario, sigue siendo una estrategia del dominio de la burguesía sobre toda la sociedad.
En consecuencia, para reflexionar sobre la actual enseñanza de la economía, es preciso plantearse, aunque sea a grandes rasgos, y en primer lugar, el mundo histórico-social sobre el cual es relevado como objeto de estudio la producción y la distribución de la riqueza, que es aquello que la economía toma –o tomó en alguna época-, como su objeto, y sobre la modalidad en que lo hace; en segundo lugar, tener en consideración, el instrumento por medio del cual se plantea el tema económico como economía política y no como economics o física económica.
Estas consideraciones preliminares son pertinentes, pues la economía política clásica, como todos sabemos, se planteó tal asunto como uno de sus problemas, y se preguntó además por la apariencia, y se respondió, conectando los fenómenos del intercambio, con lo que le sirve de criterio explicativo. Como ya lo saben me refiero, en este último caso, a una de las preguntas fundamentales de William Petty, que condicionó todo el desarrollo de la teoría económica hasta Karl Marx, a la que me referiré luego.
Sobre el primer asunto, es preciso decir, que el mundo moderno, o mundo capitalista, se termina de constituir cuando ha finalizado el proceso de formación del último de los mercados del capitalismo, que es el mercado de trabajo por obra de la acumulación originaria, siendo que el primero, el de capitales, estaba formado desde antes del siglo catorce, y adicionalmente, las materias primas y los medios de producción, se encontraban ya en manos de la clase propietaria de la tierra y la transformación primaria de sus productos, era una de sus actividades, resultado de aquella primera acumulación.
Es a partir de esta configuración, en que los tres factores que la economía clásica identifica como los de la economía capitalista, que son tierra, trabajo y capital están ya presentes -pues además son sus supuestos-, que el modo de producción capitalista puede, por lo tanto, desarrollarse. Y es, desde estas premisas, desde las que nuestro enfoque comienza a tener pertinencia.
A partir del final de la constitución de los límites dentro de los cuales discurre el funcionamiento del capitalismo, podemos hablar realmente de esta civilización y de sus efectos, y por lo tanto, de lo que ha hecho ese sistema con el problema histórico-biológico que el hombre se planteó como prioritario, que es el de la resolución estratégica del problema de las necesidades.
Partamos entonces de algunas premisas extraídas de la historia misma del programa de la economía política clásica, para iluminar el tipo de sociedad que es el capitalismo.
II.
Premisas
Tomaré sólo dos de ellas.
1.- En primer lugar, William Petty, quién, entre otras cosa importantes que se pregunta, se interroga acerca de, qué es lo que en verdad intercambiamos cuando intercambiamos productos del trabajo como mercancías, y se responde, que lo que verdaderamente hacemos es, intercambiar cantidades discretas de trabajo, bajo la forma material de sus productos. Esta respuesta realmente inaugura la teoría económica, pues identifica en el mundo de la realidad, una apariencia –es decir, una forma-, que es el intercambio, y agrega que esa apariencia lo es de aquello que se eroga en la producción, que son cantidades discretas de trabajo. Al hacer esto, Petty plantea el asunto de la inteligibilidad del modo de producción de forma clara; lo que nos aparece: o sea, la forma, que son las relaciones de intercambio mercantil, no agota la comprensión del sistema; es preciso ir más allá de ella para comprender su contenido, y ese contenido es el campo de inteligibilidad “originaria”. La pregunta se dirige entonces a la forma social intercambio, y la respuesta a ella es un contenido, que es el trabajo, transformado por obra del capitalismo en cantidades del mismo.
Esta es una respuesta potente a una pregunta básica, y es, según Marx, un esencial componente para la constitución de la teoría económica posterior. Es potente porque en ella está contenido el carácter dúplice del capitalismo, constituido por sus dos subsistemas, el de la producción y el del mercado; y porque entre ellos, la relación es de causa a consecuencia, la primera es la causa de la “forma” de lo que hacemos en el mercado, que consiste en que el trabajo se transpone en la forma social valor, la cual es la forma de su presencia en el modo de producción capitalista.
Pero también es potente pues uno de los intereses de su autor es el de dar cuenta de las relaciones a través de las cuales se opera la acumulación de capital, identificando –usando un lenguaje que no es el suyo-, los dos campos de coherencia, y sus relaciones y el tipo de tratamiento, y la comprensión del hecho histórico de que el trabajo se vuelva cuantos del mismo y que como tal se compra en el mercado de trabajo, todo lo cual es un presupuesto que uniforma todo el desarrollo de la economía clásica, y la prepara para la enunciación de la teoría del valor, que en sus varias versiones será el instrumento mediante el cual se intentará dar cuenta de aquella acumulación, y que llegará a su culminación con Marx.
Es decir, en el intercambio, el trabajo se vuelve algo que no es, pues se representa, o se vuelve valor, y vuelto valor, es preciso relacionar cuantos de valor, entonces, el trabajo erogado en cantidades discretas se transforma igualmente en formas matemáticas en la producción misma.
Dentro de la respuesta, encontramos que existen dos esferas y la relación recíproca entre ambas: la producción y el mercado; y por otra parte, que es necesario comprender la conexión específica que establecen para continuar en la comprensión de la fisonomía del capitalismo.
Recordemos que Petty se propone, igualmente, llevar a la comprensión de sus contemporáneos que la vida social puede ser tratada de forma matemática, y recordemos que escribió un libro llamado Aritmética política, y otro, Ensayos sobre aritmética política en los que pretendía tratar los temas relativos al mundo social y político, como se tratan los temas objeto de las ciencias naturales.
Retengamos entonces, que la pregunta, y la respuesta de Petty, proveerán algunos de los problemas esenciales, y proporcionará la forma de preguntar y de responder, y condicionarán el desarrollo del programa de investigación clásico.
2.- En segundo lugar, Adam Smith, quien después de la publicación del libro que lo hizo famoso de La teoría de los sentimientos morales en 1759, dictó lecciones en la universidad de Glasgow sobre variados temas entre los años de 1760 y 1764. Hacia fines del 63 y comienzos del 64, habló acerca de lo que ahora llamamos economía, y desarrolla su primera teoría económica, que muy resumida, y explicada en un orden diferente al de la exposición, contiene dos sistemas causales con diferente entidad ontológica entre ellos, a saber, aquel que produce la civilización o lo económico, centrado en las necesidades y el tratamiento humano de ellas; y en segundo lugar, el que rige una forma de lo económico que es el capitalismo, en el que, a una dimensión de la división del trabajo corresponde un sistema conmensurado a ella del intercambio, relación en la que rige una racionalidad para que se realice en equilibrio, conectando en su explicación, el mercado y la producción según su primera concepción del valor-trabajo; en la lección quinta –de contenido “metafísico”, pues se plantea el origen de la división del trabajo y lo sitúa en el tipo de razón del ser humano, o sea, en la razón comunicadora, que hace que para realizarse, el hombre construya no sólo los lenguajes naturales y artificiales, sino que “deriva” hacia un “método” que es el de dividir el trabajo produciendo un excedente, que intercambiado, instaure otro tipo de relación lingüística, que es el mercado.
Es decir: para realizar una parte de su razón comunicante, inventa el trabajo, lo divide, crea excedentes de producción, y los intercambia, realizando como he dicho, su otra dimensión racional-lingüística, en la que las palabras son los productos del trabajo, siendo ésta, una de las tesis metafísicas más problemáticas implicadas en las Lecciones.
Entonces, de las dos primeras lecciones, dictadas entre fines de 1763 y comienzos de 1764, en las que el tema es el de las necesidades, podemos extraer la idea de que la remota invención del trabajo, que fue resultado de los procesos propios de la razón, de empatización y de la consecuente agrupación para resolver de manera solidaria y de forma estratégica el asunto animal de las necesidades, en primer lugar del cuerpo, y con la evolución, todas las demás, inventadas por el hombre mismo, esa invención, instauró la civilización y marcó su desarrollo, pues nos resulta de sus escritos, que la civilización es el resultado de algunas operaciones primigenias realizadas mediante la guía de la razón, por tratarse el ser humano de un animal, en el que las señales del cuerpo, son reconocidas de forma inmediata por su razón y en consecuencia, esa misma facultad racional guía la respuesta a los estímulos del cuerpo.
Cité la Teoría de los sentimientos morales, pues en ella tenemos algo muy importante. Es un texto muy rico, y será siempre un abusiva reducción lo que se hable de él rápidamente, no me referiré por los momentos al asunto moral, sólo diré que allí Smith nos muestra entre otras cosas, la estructura derivada de la razón mediante la cual el hombre expresa sus sentimientos, pasiones, intereses, argumentos, etc.; y nos expone igualmente que el ser humano vive sometido a una tensión básica entre dos tendencias suyas, que son, por una parte, el egoísmo, originado en las necesidades del cuerpo, y por la otra, el altruismo y la solidaridad, originados en la razón. Todo el tratado está vertebrado por esa tensión.
Tal estructura, derivada de la razón, tiene como extremos la empatía y la simpatía, que son comportamientos relacionales del intelecto, y por lo tanto derivados de la razón, y su término medio está constituido igualmente por las operaciones propias del intelecto, de medición y de mediación. Esta simple estructura es aquella por medio de la cual fluyen pasiones, sentimientos, intereses, argumentos, etc., y es la que Smith pone en movimiento para explicar toda la dinámica de las acciones humanas y los extremos que posibilitan la valoración moral, y es también la que le sirve de fundamento para construir ese personaje básico en el libro de “el hombre en el pecho”, que es el concepto de conciencia moral.
a) Sobre la base de su teoría moral, que es también una teoría de la acción social y del comportamiento de la razón, y en segundo lugar, de lo expuesto sobre economía en la Universidad de Glasgow, construye Smith su teoría económica definitiva, bajo el nombre de Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, publicada en 1776.
En ella, los contenidos económicos son procesados por medio de aquella estructura de la razón -previamente mostrada en 1759-, que determina el típico comportamiento de los seres humanos, que por ser animales sufren necesidades que deben ser atendidas, las que se presentan como señales provenientes del cuerpo, y, dado que son seres dirigidos por la razón, que es la que le organiza los comportamientos, esa dirección le señala la necesidad de agruparse para resolver el problema, en una combinación de esfuerzos y en distribución de las tareas. Lo que nuestro autor llama división del trabajo.
A partir de esta situación, el resto procede por derivación, es decir, la enunciación del intercambio en su relación de conmesuración con el trabajo dividido, y, el dinero, como variable activa para la estructuración definitiva del modo de producción capitalista, cuya finalidad es la de la acumulación de capital. La cual tiene su motivación superior en el comportamiento denominado por Smith, como cuidar sus propios intereses, pues en el capitalismo, cada uno cuida sus intereses, con el que comienza a desarrollar la idea del Homo economicus, en el cual se realiza toda la teoría del sujeto en función económica. Este homo economicus –que es un nombre dado por John Stuart Mill el S. XIX-, es aquel que por lo general se define como el típico hombre del capitalismo, pues, el cuidar sus propios intereses es asimilado acríticamente con el concepto de egoísmo, sin coincidir plenamente con él en la teoría de Smith, que lo menciona sólo una vez en La riqueza de las naciones.
b) Sin embargo, encontramos en Smith una ambigüedad que consiste en que, en el mundo de las relaciones no económicas, que es el dominio de su teoría moral, para la conservación del orden social, o sea, para que reine la armonía, el consenso y el equilibrio, y no se imponga la lucha de todos contra todos, propia del campo de lo económico, es necesario que cada ciudadano tienda a sacrificar permanentemente y a conciencia, su impulso egoísta, tanto en la acción social como en la valoración de tal acción y sobretodo en la propia; y debe entonces darle preeminencia al otro aspecto constitutivo del ser humano, que es la racionalidad, opuesta al egoísmo, el cual tiene su sede en las necesidades del cuerpo, mientras que la razón, por ser la facultad en la que se originan los pensamientos generales, o ideas, lo lleva al altruismo, y a los comportamientos de relación con la colectividad en vistas del interés general, mediante aquel dominio que tiene, o puede tener, sobre el cuerpo, por lo que la armonía de la sociedad, Smith se la entrega, como ya dije, a la conciencia que debe tener todo ciudadano de la necesidad del sacrificio antes mencionado, en aras de la armonía, cuyo eje es el respeto a los sentimientos ajenos, que pasa a ser, uno de los contenidos de su moral.
La ambigüedad mencionada consiste en que, en la exposición del plano económico -en el que dice que lo que reina es el cuido de los propios intereses, o egoísmo fundante del capitalismo-, Smith en el capítulo VII de la Riqueza de las naciones, nos expone que el ejercicio económico produce las tasas naturales de uso de los factores. Pero tales tasas, en realidad, además del uso teórico o para el conocimiento, en la práctica son también estructuras moderadoras del egoísmo, pues, por más egoísta que pueda ser el dueño de un factor, ese no le producirá más de lo que tales tasas naturales de uso le permiten según el uso que le dé a su factor, y la única forma de optimizarlo, es innovando, que sólo lo puede realizar el dueño del capital y eventualmente el de la tierra. Es decir, donde la clave es el egoísmo, existen estructuras en la realidad que lo minimizan; mientras, en el plano de la acción social no económica, dado que no existen luces rojas que se enciendan cuando se es egoísta y se viola la integridad afectiva del semejante, la conciencia es la que erige en instrumento de control y autocontrol.
Tal ambigüedad consiste, en que, el plano de la acción social, o de la “moral” está, en realidad, imbuido de economía, pues la vida económica organiza todas las relaciones sociales, como nos lo muestra el propio Smith en sus dos principales libros; y, en el otro plano, en el sistema de la producción para la satisfacción las necesidades y la acumulación de capital, en el que lo vigente es velar por los propios intereses, está igualmente presente su teoría moral, en la medida en que, de las dos tendencias del ser humano, la razón por una parte, y el egoísmo originado en el cuerpo, reflejado éste último en la primera bajo la forma del reino de las necesidades, por otra parte, vence éste último, vencen el cuerpo y el egoísmo, y dominan al primero que es la razón, y por su parte, lo racional está objetivado y es sólo la institución del mercado, por lo cual, nuestro autor, obvia que, el poder producido por la acumulación indefinida y como finalidad única del capital, retroalimenta aquel cuido de los propios intereses, volviendo la sociedad capitalista, una sociedad fundada, en todos sus aspectos, en el egoísmo, que es sólo una parte del sujeto humano, según Smith, produciéndose, de esta manera, un ocultamiento en doble sentido: en la acción social se oculta, que sobre ella gravita, conformándola, la intencionalidad económica; y en lo económico se oculta que, por obra de fundarse en el cuido de los propios intereses, transformado en egoísmo, el capitalismo, al contrario de su prédica, que es la de ser la alternativa civilizatoria de la humanidad, lo que hace es transformar todo hombre en asalariado de los capitalistas.
Tales ambigüedades, presentes en Adam Smith, no fueron advertidas por él en todos los contenidos. Creo más bien que son la exposición parcialmente inconsciente de algunas de las contradicciones del capitalismo, percibidas por un teórico de gran nivel, que no logra resolverlas, pues considera sin lugar a dudas, que el modo de producción capitalista es la única alternativa civilizatoria, que contiene dentro de sí, sus estructuras de auto corrección, equilibrio y armonía, y, no identifica, como el centro de los males, que ese modo de producción condena a la mayoría de los ciudadanos, a ser medios para la realización de los fines de quienes acumulan capital, pues la operación de comprarles su fuerza de trabajo, los transforma en eso, no en finalidades en sí mismos, sino medios para otros. Pero, con estos problemas entramos en otros territorios, pues el tema que con ellos se insinúa es el de la crítica de la economía política por obra de Karl Marx.
Sin embargo, debemos tener presente, que en la mención del cuido de los propios intereses, que deviene en egoísmo o selfish por obra de la dinámica de la sociedad capitalista, Smith nos señala sólo un síntoma exterior de esta sociedad, que tiene como su finalidad y contenido acumular capital, por lo que el egoísmo como comportamiento se vuelve virtud cardinal y en consecuencia, fuerza directiva y organizativa de la vida social.
El comportamiento egoísta, que es sólo un síntoma exterior, Smith lo erige en una de las formas cardinales del ser humano, y lo acompaña del altruismo, que puede ser considerado otro síntoma, a igual título que el anterior, y realmente lo hace; pero el resultado que obtiene es que, la reproducción de la vida se realiza a través y por intermedio del egoísmo moderado por las tasas naturales, y, el altruismo, es sólo un deber ser, y no algo cuya realización sea independiente de la vigilancia permanente del ser humano.
Racionalidad, socialidad, altruismo, que en este caso serían conceptos derivados cada uno del anterior, y que son constitutivos esenciales del ser humano según Smith, en el capitalismo son sólo una finalidad, un deber ser, como he dicho antes, mientras que el egoísmo, que se origina en las necesidades del cuerpo, es la verdadera fuerza que organiza la sociedad, y en ella se realiza.
III.
Conclusión de lo anterior
1.- La sociedad capitalista descansa sobre una inversión de fines que genera su forma esquizoide de realizarse: su finalidad declarada, o manifiesta, que es la de ser una sociedad de iguales que proporcione la satisfacción de las necesidades humanas de todo tipo a todos los seres humanos, y que el título para la apropiación de parte de la riqueza social es el trabajo, de lo que derivaría su armonía, finalidad que descansa sobre el sistema racional del sujeto, es un deber ser imposible, porque ella se basa en el egoísmo que imposibilita la realización de tales fines; y en cambio, lo que se realiza, que es el egoísmo, que constituye su verdadero fin, impide su fin declarado, y transforma las relaciones sociales en relaciones de valor, en primer lugar al trabajo, que vuelto mercancía es valor de uso para los dueños de los capitales que lo usan para acumular capital, como se ha dicho más arriba. O lo que es lo mismo, la socialidad y los fines solidarios, o sea, la realización de los fines generales de la razón humana, son negados al ser mediados por las mercancías, y el valor se instaura por lo tanto, en el mediador social por excelencia y la finalidad que se realiza es sólo la de los dueños de los capitales.
2.- Hasta ahora me he referido sólo a dos conjuntos de premisas de la sociedad capitalista, a través de dos de sus más ilustres expositores que son William Petty y Adam Smith. Son dos de los más lúcidos teóricos del capitalismo. Me he reducido solamente a ellos porque no estoy hablando de la teoría económica sino de su enseñanza. He creído conveniente partir de quién inició el programa clásico y continuar con quién le dio su primera forma completa. En el entendido de que en ambos encontramos los rasgos esenciales básicos que definen un modo de producción como capitalista, antes de la crítica de Karl Marx.
a) Según el primero de esos autores, podemos visualizar que el capitalismo contiene dos subsistemas, el del mercado, que es el que nos aparece en nuestra práctica cotidiana, y el de la producción, que es aquel que vuelve inteligible las relaciones del primero; además de mostrarnos Petty que el valor es la apariencia del trabajo y que la forma cuantitativa de aquel es resultado del transformarse de éste en cuantos de trabajo, lo que lo lleva a intentar construir una teoría de la acumulación de capital, a partir del trabajo representado en el valor.
b) Según algunos aspectos del segundo, el cuido de los propios intereses, se vuelve el egoísmo como motor de todas las acciones dentro del modo de producción capitalista, como ha sido explicado ya.
IV.
El fundamento de lo que se enseña
Lo anteriormente expuesto, es telón de fondo teórico de las exposiciones del capitalismo. El capitalismo procede y se estructura por la combinación ponderada de los factores tierra, trabajo y capital, que realizan los dueños de los capitales, expuesta desde Adam Smith en los capítulos V, VI y VII de la Riqueza de las naciones. La condición sine qua non para que tal modo de producción exista, es la presencia de un adecuado mercado de fuerza de trabajo, para que los capitalistas compren el trabajo en cantidades discretas, y puedan realizar la combinación de todos los insumos en forma de valores, es decir, para que realicen una combinación formal, mientras los trabajadores realizarán una combinación real, al transformar las mercancías materias primas en otras mercancías finales, haciendo lo cual, como nos dice el propio Smith, incorporan valor nuevo al incorporar tiempo de trabajo a las materias primas al transformarlas, de tal manera que, el beneficio del capitalista y la renta del terrateniente, son detracciones del producto total del trabajo, y que una vez arrojadas las mercancías al mercado, se transfiguran y se representan en una cifra uniforme que es el precio, por medio del cual se pagan tres fracciones, salarios, beneficios y rentas, teniendo siempre presente, que Smith nos dice que todo el valor formado es resultado del trabajo y que lo que sucede es una substracción del dueño del capital que toma para sí el beneficio y paga la renta de ese valor global producido por el trabajo (ver Libro I, Cap. VI y Lib. II Cap. III ).
Sabemos la forma como el marginalismo cambió el sistema de los cálculos en la teoría económica, pero, algo que no desmienten los actuales teóricos neoclásicos es la presencia del egoísmo como el factor cardinal de la sociedad que teorizan. Uno de sus fundamentos es una remozada teoría antropológica y metafísica del homo economicus, optimizador de las actividades de su vida, y egoísta, en tanto igualmente, tiene como finalidad la de acumular capital.
El egoísmo y la optimización del factor capital
Las teorías neoclásicas nos dicen que –en principio-, todas las actividades que sean capaces de generar beneficio capitalista deben ser dejadas a la iniciativa privada para que ella, desarrollándolas, provoque que la riqueza social crezca con el efecto de que, al ser producida mucha riqueza, ésta, gotee a las clases pobres de la sociedad.
Nos dicen igualmente que el hombre es egoísta por naturaleza, es decir, que por ser su condición natural, no le puede ser eliminado. Sobre esta idea, heredada de Thomas Hobbes, entre otros filósofos, al ser connatural al hombre el egoísmo, el sistema capitalista, al tener como su finalidad más importante la de producir beneficio privado, realiza el egoísmo, y por ello, realiza la esencia humana. Esta es una de las razones por las que los defensores del capitalismo, argumentan que es insustituible, porque en él, el hombre se vuelve libre, porque al contrario de impedirle la realización del egoísmo se la fomenta, y es la organización del mismo.
Otra organización de lo social, que lo impida o lo minimice sería contra natura. Podemos preguntarnos: ¿Es el egoísmo realmente constitutivo del ser humano? Y en segundo lugar: ¿Qué es el egoísmo? Comenzando por esta última pregunta, podemos responder, de manera minimalista, que es un comportamiento según el cual, el objetivo permanente de la persona es sí mismo por encima de todo otro, comportamiento por el cual, se erige a sí mismo como la única finalidad de vida, supeditando todo lo demás y a todos los demás, al cumplimiento de sus propios intereses y objetivos. Esta idea es la que encontramos realizada en la sociedad capitalista, sobretodo en los dueños de capital o en los que desean serlo. Está tomada del mundo constituido por ese modo de producción. En ese sentido poco nos dice por ser un efecto de una sociedad que produce egoístas, entonces no podemos deslindarla de su origen.
Pero este efecto de una sociedad que produce egoístas es el que los teóricos neoclásicos definen como la condición humana, o sea, toman un efecto como si fuese la causa, entendiendo que si es connatural y constitutivo esencialmente del ser humano, es la causa de lo que éste realiza. Pero decir que el ser humano esencialmente se toma a sí mismo como la única finalidad valida en la vida, significa que todos los seres humanos tienen de la misma manera iguales fines, o sea, se refiere a una sociedad constituida por seres egoístas. Pero esa sociedad de egoístas hasta hora no la hemos conocido sino en su forma capitalista de existencia humana.
Es decir, los sostenedores del egoísmo como esencial y connatural al ser humano sólo están hablando de la sociedad que lo erige en causa de sí misma, que es la sociedad dominada por el interés privado, o sea, el capitalismo.
Para conocer algo sobre el egoísmo, yo remitiría a la lectura de muy buena parte de la tradición literaria, filosófica y política del occidente moderno. Leamos por ejemplo El príncipe, de Maquiavelo y comprendemos la lógica y la práctica occidental moderna de consecución y mantenimiento del poder político. Allí se expone, de forma clarísima, sin mencionarlo, la ejecución del egoísmo como instrumento de organizar a toda la sociedad en beneficio del príncipe, o del gobernante de la actual democracia formal capitalista; tomemos El leviatán de Thomas Hobbes, y encontramos una moderna teoría del contrato social, que es teoría del control de la población, en aras del mantenimiento del poder por parte de los poderosos; leamos a Marx en El Capital, y encontraremos la más profunda crítica del egoísmo o del interés privado por encima del colectivo, y así veremos, cómo una sociedad que se basa en él, y que produce hombres egoístas, lleva a destruir el patrimonio civilizatorio heredado de toda la historia de occidente, y a convertirse en la realización de la nada civilizatoria, como lo vio Friedrich Nietzsche, sin comprender este filósofo, la verdadera fuente de la nada por él proclamada como el lugar de llegada de occidente, y en consecuencia, el fin de esta civilización.
Pero estudiemos sobretodo, el ejercicio del poder en nuestra civilización democrática y veremos que lo realizado en la actual política global, es el ideal de Trasímaco, personaje del diálogo República de Platón, que opinaba que la justicia consiste en que el poderoso haga su conveniencia, es decir, que ejecute su egoísmo, que es lo que vemos hoy día, cuando la forma verdadera de lo justo, para casi todos los poderes gobernantes alrededor del mundo, no es otra cosa que la política imperial de los Estados Unidos, o sea, el egoísmo en su máxima expresión, realizado a escala planetaria, que hoy día realiza el señor George Bush.
Ahora bien, los estudios de economía tienen como objetivo enseñar la óptima combinación de los factores tierra, trabajo y capital para que en su ejercicio se optimice, o se reproduzca, el factor capital. Es decir, se estudia para planificar de forma óptima la reproducción ampliada ad infinitud del capital, es decir, de algo que es propiedad privada de una mínima parte de la sociedad, la cual mínima parte, le compra el trabajo a todos los excluidos de la propiedad de los capitales, incluidos entre ellos, a los que están estudiando economía, para reproducir ese factor que es el que lo vuelve trabajador asalariado y que le impide dejar de serlo pues, el salario no le permitirá ahorrar para comprarle la empresa a su empleador.
Adicionalmente, desde el comienzo de la carrera, en el primer semestre, y se le repite hasta el final, se le dice al estudiante que el egoísmo es el rasgo constitutivo más básico y esencial del ser humano, que es, en consecuencia, su “esencia”, sin explicarles a sus víctimas las inconsistencias teóricas que suponen enunciar propiedades metafísicas del hombre, existente, existido y que existirá -seguramente por ignorancia-, por lo que hablan sin saber lo que dicen. Hablan de esencia, la cual lo define (o lo definiría), por lo que la ciencia económica, que teoriza sobre el sistema que realiza el egoísmo, asume esa condición supuestamente natural dentro de sus axiomas y postulados, y entonces, la teoría, además de ser, o precisamente por ser la explicación de la optimización del factor capital, realiza el egoísmo como parte de ella, es decir, forma parte integrante del objeto teórico, por ser constitutivo del ser humano que realiza el ejercicio de la economía, por formar parte de una sociedad capitalista.
Tenemos entonces esto: en los estudios nos aparece el egoísmo en dos formas, en la primera, como esencia o naturaleza humana. No se hace una teoría al respecto sino una metafísica, que es lo que cabe según sus intenciones –tal vez por falta de conocimientos adecuados-, pero se asume de forma acrítica la idea vulgar y se la toma como verdadera; en la segunda, se toma esa versión vulgar, en realidad tomada de la cotidianidad del mundo capitalista, y se la usa como fundante de la teoría.
El asunto grave es que tampoco dentro de los teóricos de la economía, existe una versión uniforme y unívoca del egoísmo, precisamente porque ese término –en el pensamiento económico o en el sociológico-, no tiene un concepto desligado de las conductas egoístas observables, y sujeto por lo tanto, a las dificultades antes anotadas.
Esta doble aparición de la condición egoísta condiciona la formación de los estudiantes de economía; terminan, en primer lugar, creyéndose tales por naturaleza, y en segundo lugar, dado que la teoría lo asume como una de sus espinas dorsales, creen que su estudio es el estudio de la naturaleza humana, la cual se hace objetiva tanto en conductas optimizadotas de sí mismos por parte de los seres humanos, como el la forma en que se relacionan entre sí, por lo que terminan pensando que es la exposición de la realización de esa naturaleza en el mundo social.
Lo no explicitado durante los estudios, es que la verdadera conducta egoísta que se realiza en el capitalismo, es la de los dueños de los medios de producción, imbuida del egoísmo como la fuerza por medio de la cual planifican la optimización del factor capital, para sí mismos, a costa de la explotación de la fuerza de trabajo; ellos son los que realmente pueden realizar su egoísmo, pues tienen los medios para ello por ser lo propietarios de aquellos medios que los habilitan para someter a la condición de asalariados a los excluidos de tal propiedad.
Esta confluencia de la idea del egoísmo hacia la naturaleza humana y hacia la teoría, contribuye a formar parte de la estructura de la conciencia tanto afectiva como teórica de los estudiantes de economía. Los cuales, de manera progresiva, podrían ir produciendo en sus mentes ciertas inferencias, es decir, el egoísmo tiene, como su derivado lógico e ideológico, la envidia, pues el que vive para sí mismo como finalidad exclusiva, seguramente envidiará todo aquello poseído por sus semejantes y deseado por él, lo que inevitablemente lo llevará a extraer la siguiente inferencia, es decir, si se es egoísta –que es un bien y no un mal, por ser la naturaleza humana-, será en consecuencia envidioso, y será también un traidor.
Por otra parte, lo enseñado en las escuelas, es la optimización del factor capital con la finalidad de que se acumule indefinidamente, con el egoísmo como su completamiento antropológico y moral, con sus anteriores consecuencias, y es enseñado a los estudiantes, en su gran mayoría pertenecientes a clases de no poseedores de capitales, como si el resultado de tal práctica social para la que están siendo formados, fuese de su interés, como si fuese de su conveniencia. Esto hace que las escuelas de economía se hayan vuelto escuelas de cinismo: se les dice a pobres que enriquecer a ricos es su conveniencia. No se les dice realmente cuál es el contenido del estudio que realizan.
Esta situación es adecuada al mundo actual. Pero sólo si ese mundo, es visto como lo ven, porque lo produjeron, los europeos y norteamericanos. Estos pueblos, al desarrollar el modo de producción capitalista reelaboraron el anterior patrimonio cultural heredado de toda la tradición histórica y cultural de occidente, y lo consumaron y consumieron y llevaron a la cultura occidental, a lo que Friedrich Nietzsche denominó y caracterizó como la entronización del nihilismo, que quiere decir, que como todo se consumió y consumó, ya no queda nada a realizar del patrimonio heredado. Aquello que no percibió Nietzsche, es que occidente no realizó todos los valores heredados de la tradición greco-latina. Le faltó realizar aquel que sirve de sostén a todos los demás, el cual es, la idea del zoon politikón aristotélica, es decir, la igualdad en la razón y en las emociones de todos los seres humanos, idea que occidente nunca ha tratado en serio de llevar a la realidad, pues ha sido siempre una civilización despótica. Esta idea es en realidad la ley del cierre de toda la cultura occidental, pues es la que garantiza que todos los demás valores no destruyan la civilización fundada en ella, y es, la que le da sentido a todas, pues es la que realizándose vuelve realmente humana a la humanidad.
De tal manera que, en estos tiempos, acabar con la dominación del capital sobre toda la sociedad es la más acuciante tarea histórica pues en ella nos va la supervivencia del ser humano.

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