domingo, 31 de mayo de 2020

lunes, 12 de marzo de 2018

domingo, 28 de agosto de 2011

viernes, 26 de agosto de 2011

La condición despótica del capitalismo

El despotismo consustancial del capitalismo, que es un caso específico y es el último capítulo de la condición esencialmente despótica de la Civilización Occidental

Por Vladimir Lazo García

Introduciré el tema diciendo que el despotismo del capitalismo es el mismo del estado moderno, y la razón es, que el modo de producción capitalista es un modo de producción despótico, y es el sistema económico que ha producido la civilización de la modernidad y su cultura, junto con sus estados. Los estados son sus resultados políticos, y la forma despótica que adopta el gobierno burgués, encubierta bajo la forma de la democracia representativa o formal, es la transposición, en el plano político, del despotismo conceptual, constitutivo y originario del capitalismo, ejecutado en la tarea estratégica de la reproducción de la vida individual y colectiva.
Este es, en consecuencia, el objeto de nuestra reflexión del día de hoy, y puede ser enunciado del siguiente modo:
1.- El capitalismo se realiza como un modo de producción despótico en el dominio de la reproducción de la vida.
Comenzaré haciendo un poco de reconstrucción del pasado despótico de occidente, y recordando algo sobre lo que me parece que es el origen de esa condición suya, no diferente de cualquier otro despotismo, diciendo lo siguiente: Las actividades organizadas que los seres humanos primitivos desarrollaron para la reproducción de la vida, se instauraron mediante un proceso civilizatorio muy largo que es ahora cuando comenzamos a conocer, en el cual la satisfacción de las necesidades se volvió un problema estratégico.
Estas actividades son llamadas dimensión económica de la sociedad por la ideología burguesa, dentro de la que envuelven sus teóricos toda la vida social, haciéndola depender de los conceptos básicos de la economía burguesa, y en los tempos actuales de la economía neoclásica.
Lo económico, para la ideología burguesa, en la versión ilustrada del siglo dieciocho de Adam Smith, sería la resolución humana y estratégica del problema animal de las necesidades, lo cual, para ese autor, coincide con la civilización misma.
Según este punto de vista general e ideológico, expuesto el siglo dieciocho de forma orgánica dentro de su teoría económica, la economía capitalista –que es un caso particular de lo económico-, sería básicamente un asunto técnico, mientras que para Karl Marx en el siglo diecinueve, los procesos que en la versión burguesa son técnico-económicos, son en realidad un asunto histórico-social, pues las actividades técnicas para la reproducción de la vida, se realizan dentro de relaciones sociales de producción, que son también relaciones políticas o de poder, a las que ayudan a construir; o sea, dentro de relaciones que entablan clases sociales heterogéneas en cuanto a su posesión de factores de la economía, para reproducir la vida natural, material y social; relaciones que se auto reproducen reproduciendo las clases que intervienen en la producción de la vida. Representando el punto de vista de Marx un decisivo avance teórico metodológico y de concepción general de la historia, de la economía y de la vida.
Tales relaciones de clases son en consecuencia, relaciones de poder, siendo que la reproducción de su vida es el eje de la historia de los pueblos, y siendo que ésta, la historia, y no la economía, es la verdadera forma de lo humano.
Es por ello por lo que la historia escrita hasta nuestros días, se nos expone en el Manifiesto del Partido Comunista, como la historia de luchas de clases, y nos recuerda Marx algunas de las clases en la historia: patricios y esclavos, señores y siervos, capitalistas y proletarios.
Las clases dominantes a lo largo de la historia, han desarrollado formas diferentes de despotismo en las actividades para la reproducción de la vida, correspondientes a las diversas formas de sociedad que han organizado, con relaciones sociales de producción, y grados de desarrollo tecnológico propios.
La condición despótica de estas relaciones de clases siempre ha sido algo sabido de forma intuitiva, tanto por los déspotas como por sus víctimas, pero encubierto siempre en beneficio de los primeros en las diferentes formas de sociedad, bajo sistemas de explicaciones y justificaciones de dos diferentes tipos: políticas y religiosas.
Puede afirmarse que en épocas premodernas, y todavía hoy, las relaciones de dominio se las hacían pasar a los dominados, o por naturales, o bien, de origen divino, pues los propios déspotas eran el resultado de sistemas explicativos vueltos instituciones jurídicas o religiosas, transformadas en justificaciones que les atribuían a ellos un pretendido origen divino, o en algunos casos, y entremezclándose con ese origen, la pretensión de otro natural, en una naturaleza hecha por dios, y ellos mismos, por lo tanto, eran sostenidos por tales explicaciones y ellos a su vez las sostenían.
Así, en muchos casos, los esclavos creían ser tales por naturaleza o por designio divino, o ambos, y el patricio de igual forma creía ser tal por las mismas razones, sin olvidar que a los déspotas, en este caso a los patricios, les ha convenido siempre la posición de dominio de que han gozado en las sociedades divididas en clases, de tal manera, que sus explicaciones tienen siempre una proporción de interés individual, o de grupo, o de clase, lo que hace pensar que la creencia en sus explicaciones haya tenido siempre una buena dosis de mala fe.
Los numerosos testimonios de rebeliones de los esclavos por su libertad en el mundo antiguo y de los siervos durante la edad media, atestiguarían, sin embargo, que para al menos para una parte de los sometidos al despotismo, la situación no tenía nada de natural, porque la rebelión contra los señores o contra los patricios, significaba que los rebelados no consideraban su situación ni natural ni de origen divino.
El despotismo es paralelo a las luchas de clases y ha sido una constante en la historia. Se puede decir, al igual que se dice que una constante en la historia es la lucha de clases, de la misma forma, es necesario afirmar igualmente, que al haber sido todas las sociedades anteriores divididas en clases, su estructura misma ha sido siempre despótica, y las relaciones sociales de producción también lo han sido, siendo el despotismo la consecuencia directa de la división en clases de la sociedad y por lo tanto una constante del proceso civilizatorio.
Desde ese punto de vista, todas las sociedades pasadas han sido sociedades despóticas, algo que no debe asombrar a nadie, por la sencilla razón de que las sociedades civilizadas actuales lo son, de un despotismo privativo de éstas, o sea, el específico del capitalismo.
Para hablar del problema, identificaré algunos puntos de partida que, a modo de premisas, me servirán para mi exposición. La
Primera premisa es:
1.- La vida humana, su producción, su conservación, su reproducción

Como todos sabemos, el asunto de primer orden para todo ser vivo consiste en la producción de la propia vida, y dado que producir todos los días la propia vida es conservarla, entonces, en segundo lugar, parte de ese asunto primordial es la conservación de la vida; pero los seres vivos, no sólo producimos y conservamos nuestras vidas individuales, sino que también nos reproducimos como especie, tenemos entonces en tercer lugar, la reproducción de la especie. Por lo anterior, nuestra primera premisa es la vida. Su producción, conservación y reproducción.
2.- El tiempo
Si observamos el asunto más de cerca, notamos que cuando nos referimos a la vida, a su producción, conservación y reproducción, estamos hablando también de tiempo, pues todo ello se realiza en el tiempo. Así que cuando adoptamos nuestra primera premisa que es la vida con los tres contenidos anteriores, estamos adoptando también otra premisa junto con ella, que es el tiempo.
3.- Experiencia o praxis sensible. Colectiva e individual
Esto es muy obvio estará pensando quien me escucha. Y es cierto. Sin embargo, podemos hacer otra relación: vida y tiempo están ligados de tal manera que si vivimos en el tiempo, y nos reproducimos en él, y a través de él, el tiempo es en muchas formas el alimento de la vida, en primer lugar, en el sentido básico y biológico de su reproducción, con el que hemos comenzado, pero si pensamos que vida humana significa también, y en primer lugar, experiencia o praxis, que significa pensamiento para la acción y acción pensada, esa relación se realiza como acción imbuida de pensamiento, o sea, propósitos que inscribimos en la realidad, algo que sucede en el tiempo, o sea, la experiencia tiene al tiempo como aquello que la posibilita, es decir, la experiencia o praxis, en el sentido más pleno y de más significaciones, tal y como nos la explicó el siglo antepasado Jorge Federico Hegel.
4.- El tiempo, la sociedad y la historia
La vida que llevamos en el cuerpo es lo que nos sirve de instrumento para plasmar nuestros fines, algo que ha sucedido a través del tiempo, y ha dado como resultado la sociedad humana y la historia, siendo la historia, o el tiempo humano, el escenario en que realizamos la reproducción estratégica de la vida, inventando el hombre durante milenios toda la cultura derivada de tal invención y reproducción, por lo que nuestra vida, nuestra mente y nuestra conciencia, se alimentan de nuestra obra en el tiempo, que es la historia.
Se puede objetar que al hablar en términos tan generales, podría parecer que la historia ha sido en efecto la plasmación de los fines “humanos” en general, de todos los seres humanos, sin distinciones de clases, algo que sabemos que no sucedió de esa manera. Pero tal objeción no podemos dilucidarla en este corto tiempo, pues será el tema de otro programa.
Así que, teniendo en consideración la objeción anterior, y sin detenernos en ella, podemos continuar diciendo, de forma provisoria, que plasmar nuestros fines –los fines humanos, en general-, es construir la sociedad y la historia con nuestras propias manos, o sea, mediante la acción humana, lo que significa, ser sujetos de experiencia, que nos es realmente esencial a los seres humanos, pues es aquello que nos ha vuelto tales durante los milenios que han transcurrido desde que dejamos de ser homínidos y llegamos a ser homo sapiens, es decir, seres humanos tal y como lo somos desde aquellos remotos tiempos hasta el día de hoy.
Hemos encontrado entonces otra premisa, que es, el hacer colectivo e individual, al cual podríamos llamar experiencia, o praxis sensible, como la denominaba Marx; mediante ella estamos produciendo en el tiempo la sociedad y la historia, y es una característica sólo humana.
5.- Recapitulando
Tenemos hasta ahora tres premisas, la vida, que producimos, conservamos y reproducimos, que implica la segunda, que es el tiempo, y la conjunción de ambas, que es la experiencia, o la praxis sensible -la cual, como se trata de seres humanos, incluye operaciones dirigidas por la razón-, que es, la praxis o experiencia, aquello que hace la vida en el tiempo, situadas las tres, vida, tiempo y experiencia, dentro de cada uno de los seres humanos en su condición de sujeto histórico y social, resultado de una sociedad y de una historia que él mismo ayuda a construir. Hemos encontrado las tres premisas reflexionando retrospectivamente sobre dos de sus efectos, que son: la sociedad y la historia, resultado de procesos asociativos entre los seres humanos.
6.- El tiempo, ensayo kantiano sobre su génesis

7.- Primera dinámica
La activación y el desarrollo de las formas propias de la razón, que hay que suponer para pensar en la experiencia, por medio de las cuales tenemos la intuición del tiempo, deben haber sido el resultado de procesos prácticos, relativos a las operaciones de producción, conservación y reproducción de la vida.
Mi opinión es que la larga revolución neolítica, que consistió, entre otras cosas, en el proceso de la sedentarización y de las invenciones de la agricultura y de la ganadería, y al final de la vida urbana, debe haber tenido una importancia esencial en el descubrimiento del tiempo, como parte de la interioridad humana, que fue además, por lo tanto, una invención.
8.- Vida nómada
Me refiero a lo siguiente: la vida nómada se realiza, al menos, en dos fases que se repiten continuamente, una fase estacionaria, cuando el grupo se asienta temporalmente y aprovecha lo que le ofrece el entorno del que agota progresivamente sus posibilidades, y una fase siguiente, que no es estacionaria sino de movimiento de todo el grupo humano, junto con todos los animales que les sirven a múltiples fines, además de alimentación, y demás enseres, movimiento por medio del cual busca otros lugares para asentarse nuevamente de forma temporal para satisfacer sus necesidades.
El movimiento del grupo se refleja y representa en la conciencia subjetiva de cada uno de los integrantes, de forma tal que por medio de la razón, que es por antonomasia nuestro instrumento de medida, y que opera en cada momento y en uno, logra establecer una correlación entre ese movimiento grupal con sus actividades por una parte, y el entorno fijo, que es la naturaleza, en segundo lugar, en el que discurre el movimiento, es decir, el sistema de la razón registra y mide el desplazamiento sobre el fondo de un entorno fijo, hasta cuando se estaciona y se sedentariza por un tiempo, algo que también debe haber sido registrado por el sistema de la razón, de una forma diferente, porque en esa nueva situación, es la naturaleza la que muestra su dinamismo permanente, bajo la forma de su crecimiento y reproducción, y es el grupo el que no se mueve.
Pero el movimiento subsiguiente del grupo, cuando abandona el entorno fijo y se mueve de nuevo, produce una nueva realidad, que es el movimiento en relación con aquel entorno fijo que ya mostró su dinamismo, y el subsiguiente encuentro con otro entorno que ahora será tanto fijo y como dinámico, al igual que el grupo, el cual, para sí mismo es tanto dinámico o en movimiento, como fijo dominador del entorno fijo, por lo cual la razón puede medir dos grupos de fenómenos, sedentario por un tiempo con un entorno dinámico, y nómada en el siguiente, en medio del entorno fijo, pero el acto y el proceso de medir, y la forma de hacerlo reside siempre en el sujeto que mide, y el movimiento físico del grupo y el de la naturaleza, se reflejarán siempre como secuencias, y eventos contemporáneos, es decir, dos formas del tiempo, con independencia del grado de conciencia o de autoconciencia con el que se realice.
Las operaciones prácticas de la vida nómada que he esbozado antes, en las que he aislado contemporaneidades dinámico-estáticas, y discontinuidades temporales entre un entorno fijo y el movimiento grupal, y sedentarización temporal, con dinamismo natural, todo ello se refleja en la subjetividad, y su efecto es la construcción de un sentido común automático regido por formas de sucesión y contemporaneidad, cuya utilidad es la de operar la separación formal entre el grupo y el entorno natural, y de reconocer y medir regularidades en el mundo práctico, en el que se realiza la producción y la reproducción de la vida.
Todo ello sobre la base de aquellas contemporaneidades y sucesiones de la vida nómada. De tal manera que al atribuirle al mundo real las formas de medición de la razón, en la relación del grupo con él, se produce la estructura del tiempo y la idea de su objetividad.
9.- Segunda dinámica
La segunda dinámica para la invención-descubrimiento del tiempo, debe relacionarse con la invención de la agricultura y de la ganadería. En ambas actividades -cuyo desarrollo pleno se lo debemos a la sedentarización-, media un lapso entre la siembra y la cosecha, en la primera, y entre el apareamiento de los animales y el nacimiento de la cría en la segunda. Tales lapsos son de espera y de asistir asiduamente al crecimiento de las plantas y a la transformación física de las hembras hasta el alumbramiento. Tales lapsos, en la medida en que son también reestructurados por la razón dentro de la interioridad del hombre primitivo, se reconstruyen en la forma de relaciones temporales, como tiempo de la espera, que se vive subjetivamente, con lo que, a través de ellos, se construye la interioridad, cuyos ejes básicos son las relaciones temporales y la memoria.
En ello, lo que se vuelve objetivo con más evidencia, es la copresencia de eventos, uno de ellos es el evento objetivo, y el otro, es el reflejo del evento objetivo en la conciencia del espectador, y lo que se muestra como forma del tiempo es la forma de lo contemporáneo de eventos exteriores, y su reflejo bajo la misma forma, en el observador.
Cuando nos volvemos sedentarios, la situación en relación a la dinámica anterior cambia por dos razones, la primera es que existe, literalmente, un punto firme, desde el que es posible observar otro tipo de eventos temporales exteriores -asumiendo en la hipótesis de que la estructura de lo contemporáneo esté ya construida de la subjetividad del ser humano-, y entonces, las tareas de sembrar y de apareamiento del ganado, suponen que, en algún momento, aquellos que sembraban y tenían animales que se apareaban, y que el fruto del apareamiento fuera vital para mantener la vida así como de los frutos de la agricultura, ello daría lugar al proceso de la espera, es decir, aquella operación que puede ser idealmente esquematizada con una serie que comienza con un tiempo cero y con la ayuda de fenómenos exteriores como los días, el cambio de estaciones, las fases de la luna y otros, por lo que la intuición del tiempo tome otra forma, es decir, en esta situación cambiada, desde un punto de referencia temporal, se produce la interiorización de la espera en forma de sucesiones comparativas entre la evolución de lo que se espera y la cuenta subjetiva del que espera, o sea, el tiempo como interioridad.
Pero siguiendo el camino por el que nos lleva el pensamiento, y después de haber encontrado el tiempo y de tratar de comprender algo de él, encontramos que la experiencia es seguramente la característica más propia y privativa del homo sapiens, porque ella significa, entre otras cosas, actuar con el conocimiento de los propósitos, el sentido, las posibilidades, los efectos y los límites de nuestras acciones, lo que nos lleva a otro asunto importante, o sea, experiencia significa también intencionalidad, astucia (recordemos la astucia de Odiseo), o bien, comportamiento dirigido por el instrumento de la razón, es decir, plasmar los objetivos del sapiens en la realidad de forma intencional, mediante la acción dotada de sentido cuyos límites y efectos conocemos.
Podemos hablar de la experiencia como un fenómeno individual y privado, en ese caso sería un tratamiento subjetivo e individual, pero también podemos hablar de la experiencia humana que dio como resultado la construcción del mundo social e histórico, y entonces estaríamos hablando en términos de una experiencia de milenios, y la idea de experiencia tendría un sentido, no individual y subjetivo, sino también general y universal, y sería la forjadora de la historia, y también sería la fundamentación de las formas de la conciencia de cada época.
Pero siguiendo lo que nos indica nuestro pensamiento, nos damos cuenta de que tal experiencia general de contenido socio-histórico, es la que ha construido el mundo humano, podemos entonces llamarla también trabajo.
Lo que llamamos experiencia histórica, en general, es el trabajo milenario de todas las generaciones que nos precedieron, que produjeron este mundo en el que vivimos hoy día; por esa razón, podemos decir lo siguiente:
Hemos comenzado por la vida, la cual nos llevó a un contenido que ella implica que es el tiempo, pero si reflexionamos sobre la vida y el tiempo, encontramos la praxis o la experiencia general de la humanidad en su autoconstrucción, entonces, es posible asimilarla al trabajo o, lo que Marx llama praxis sensible. Por lo que la
Segunda premisa es:
1.- La esclavitud, la servidumbre y el trabajo asalariado

Quien me escucha estará pensando que lo dicho hasta ahora son sólo razonamientos formales, y exploraciones genealógicas acerca de formas de la vida humana, es decir, dirá que he derivado conceptos a partir de otros conceptos, que equivaldría a extraerle algunos contenidos no evidentes a los primeros para llegar a los segundos, que posiblemente estaban contenidos en aquellos, y en eso tiene razón el oyente, por lo que podemos afirmar, que a lo dicho le falta relación con el mundo real, pues es sólo una aproximación abstracta, es decir, son ideas generales sobre procesos que se presentan en el mundo real, pero tan generales que más de uno dirá que nos dicen poco. Por esa razón no podemos contentarnos con ellas.
Así que debemos continuar con nuestra reflexión, retomándola por el siguiente asunto: la remota y milenaria experiencia humana, o praxis sensible, tiene como una de sus espinas dorsales -pues seguramente tiene varias-, que desde los tiempos de nuestros antepasados remotos el proceso de desarrollar las sociedades humanas, es, al mismo tiempo, el de ir, de forma progresiva, conquistando espacios naturales, y transformándolos en espacios humanos o sociales, por lo cual, aquellos hombres también se transformaron ellos mismos, de aquellos remotos homínidos de los bosques, una parte de los cuales se fueron a las sabanas, y se volvieron homo sapiens.
Todo este proceso ha tenido una fuerza que lo ha motorizado y realizado, que no es otra que el trabajo humano o praxis sensible, o actividad en el mundo real o mundo sensible, que es en realidad de lo que estamos hablando: o sea, han sido los propósitos y proyectos humanos los que se han ejecutado; sin saberse aún con exactitud, cuándo fue que tales propósitos y proyectos, se les hicieron conscientes como suyos a nuestros antepasados remotos, pero han sido siempre las fuerzas de las necesidades físicas, en primer lugar, y luego, las derivadas de ellas, reflejadas y representadas en el sistema de la razón humana, conocidas y reconocidas por el sujeto que sufre tales necesidades, lo que ha impulsado todo ese esfuerzo de titanes que ha desplegado para reconocer y entender, en primer lugar, el contenido de sus necesidades, y en segundo lugar, lo que en la naturaleza era adecuado para resolverlas, y luego, un trabajo aún más difícil, que consistió en inventar las operaciones prácticas para transformar en objetos útiles lo que se encontraba en la naturaleza.




2,. Regresando al tema de la vida
Como es evidente, estoy hablando del primer tema de esta exposición, que es el tema de la vida; cuya reproducción se presenta de forma originaria como una necesidad situada en la propia condición animal del ser humano, por ser parte, éste de la naturaleza, y cuyo contenido es precisamente su conservación, de allí las operaciones que los primitivos hombres realizaban en conjunto y que tenían ese propósito.
El proceso anterior ha tenido lugar luego de la transformación de los homínidos de las sabanas en homo sapiens, y luego, siendo sapiens, hace ya cerca de cincuenta mil años -y teniendo básicamente la misma estructura cerebral que tenemos los actuales seres humanos-, haber comenzado, y desarrollado lentamente, la construcción de relaciones y sociedades humanas, y haberse transformado, en consecuencia, de homo sapiens en homo faber, es decir, en hombre que produce instrumentos, o sea, haber realizado la auto construcción que ha hecho de sí mismo, por lo cual, el sapiens se restituye permanentemente a sí mismo –incluso hoy día-, a través de su trabajo, y es, en consecuencia, faber-sapiens.
Dicho de otra forma: por ser homo faber, se transformó en sapiens, pero, para realizar lo primero, era necesario poseer previamente condiciones mentales especiales, que usadas lo volvieron sapiens: el sapiens tuvo en su dimensión de faber el instrumento para llegar a su propia condición.
El homínido se transformó en sapiens mediante el desarrollo de sus potencialidades de ser constructor de instrumentos o sea de ser homo faber, o sea, de trabajar y producir ayudado por los instrumentos construidos, y ese transformarse en homo faber, es lo que a su vez, lo hace devenir sapiens, por lo cual, sapiens y faber, son dos de los aspectos esenciales de la condición humana, pero tan esenciales a ella, y tan dependientes entre ellos, que son los que agotan las causas físicas y mentales para la producción de la civilización: son, por lo tanto, las condiciones a través de las cuales el cerebro humano crece y se desarrolla y produce los seres humanos que somos y el mundo en el que vivimos.
La revolución del neolítico, fue un proceso muy largo y complejo, sus comienzos se sitúan en el noveno milenio, terminando hacia la mitad del primer milenio antes de Cristo, muy posterior, por lo tanto, a aquel proceso que he esbozado antes, el cual es, sin embargo, su supuesto necesario.
Esa revolución marcó una inflexión en el proceso de auto construcción humana, pues significó el paso de una humanidad nómada a una sedentaria, la invención de la agricultura y de la ganadería, la invención de la cerámica y de la cestería, y la fabricación de otros muchos instrumentos, la creación de ciudades en sus épocas posteriores, por lo que el hombre se transformó, de recolector, pescador y depredador en productor de lo que necesitaba para conservar y reproducir su propia vida y en constructor de ciudades. Al producir la civilización produjo el tiempo, como hemos visto y la separación entre sí mismo y la naturaleza, que pasó así a ser vista siempre desde la sociedad.
2.- Segunda fase del despotismo: el trabajo despotizado o la reproducción de la vida para los señores
A partir de aquella revolución se acentúan las diferencias de clases, y comienza junto a la aceleración del desarrollo civilizatorio que conlleva, la constitución de sociedades jerárquicas en todos los espacios civilizatorios en los que se desarrolló, y luego, progresivamente en los que sufrieron su influencia, pues el neolítico fue un fenómeno generalizado, pues todos los focos de civilización de la antigüedad tuvieron el influjo de la revolución del neolítico.
De esa revolución civilizatoria comenzó aquella historia que cité al principio, referida por Marx en el Manifiesto del partido comunista, cuando nos dice que la historia escrita ha sido de luchas de clases.
Las investigaciones arqueológicas nos indican que en la Media Luna Fértil, el Cercano Oriente y en Egipto, existían sociedades urbanas entre el tercer milenio y el año quinientos antes de Cristo, que se volvieron los tipos de agrupación humana y de organización social con más posibilidades de progreso. Contemporáneamente las sociedades se estratificaron aún más de los que venían siendo en los procesos anteriores, se inventó la escritura en ese período y se formaron los estados antiguos, siendo estos dos últimos inventos, los que le dieron su forma. Las ciudades son algunas de las más notables creaciones del género humano, y su desarrollo y profundización ha conformado una verdadera revolución civilizatoria, de tal manera que el gran historiador Vere Gordon Childe, la llama la “Revolución urbana”; los avances en la escritura facilitaron y desarrollaron los procedimientos de registro administrativo.
La anterior, que es una enumeración extremadamente exigua, coincide en el tiempo, con el desarrollo de la monarquía egipcia, que era, al mismo tiempo un estado teocrático; y en el Oriente Cercano hubo una gran variedad de organizaciones urbanas, incluidas ciudades estado y estados nacionales e incluso imperios, como el persa, todos con estructuras organizativas de alto nivel de jerarquización.
En fin, estos brevísimos y muy reducidos comentarios sobre la última parte del neolítico, son sólo para indicar que al final de ese período encontramos estados nacionales, monarquías teocráticas como la egipcia, grandes imperios como el Persa, y ciudades estado que fueron los precedentes de las ciudades estado griegas, y dentro de estas últimas se forjó la racionalidad y la cultura occidental.
Valga igualmente recalcar, que todas aquellas sociedades estaban organizadas jerárquicamente, lo que supone sociedades divididas en clases que a su vez implica relaciones sociales de domino en el trabajo y, en consecuencia, despóticas.
Es decir, occidente, en lo que respecta al despotismo, es la prolongación por medios occidentales –el racionalista greco-romano y el cristianismo-, de las relaciones despóticas que se fueron forjando durante milenios, pero que a partir de la revolución del neolítico, se acentuaron, como formas de dominación despótica y casi siempre absoluta, de las clases poseedoras y gobernantes sobre el trabajo, que es el instrumento de reproducción de la vida.
Piense el oyente, y se puede plantear como un desafío, busque en toda la historia de la civilización occidental, si existe algún fragmento de esa historia, en que la relación de las clases en el poder, con el resto de la población no haya sido despótica, incluidas entre ellas todas las sociedades democráticas modernas.
Creo que se demostrará que en punto a despotismo y sociedades jerárquicas y autoritarias, el Occidente civilizado puede titularse campeón; recuerde el oyente, la directiva europea del retorno, o directiva de la vergüenza, que es ley de una Europa que ha saqueado y asesinado a pueblos enteros, como a los pobladores originarios de América, a los que le asesinó a no menos de treinta millones, y saqueó las riquezas que pudo, y que a partir de tal directiva los inmigrantes llamados ilegales por ellos, serán sometidos a cárcel incluso si son niños.
La reflexiones non han traído hasta este lugar, que consiste en pretender establecer una continuidad entre el despotismo de las sociedades de la última fase del neolítico, los imperios antiguos, como el persa, el egipcio, el hitita y otros por una parte, y las sociedades estado no griegas que existieron durante el mismo período de la Grecia clásica, y las que desarrolló el pueblo griego, en los últimos siglos de su historia antigua, que son aquellos en los que se formaron la mayor parte de los valores de la cultura occidental, incluso la idea de democracia, griega, que funcionaba en una sociedad esclavista como era la sociedad aquella.
Para continuar podemos decir que en todas las sociedades antiguas la reproducción de la vida se realizaba mediante el trabajo esclavo, que era la modalidad general del trabajo, así que esclavitud la había en Grecia en sus más deslumbrantes épocas, al igual que en Roma, a través de toda su historia. Durante el medioevo las relaciones variaron, la esclavitud antigua fue sustituida por las servidumbre, y otras formas de sometimiento del trabajo, que es el productor de la vida, a los poderes detentados por los señores dueños de la tierra, o sea, familias reales, nobleza y clero, que eran, al mismo tiempo el poder político; tenían el poder para dictar leyes y los que mandaban su ejecución, por lo cual, en igual medida, formaban el conjunto de los poderes que les daban su forma social a la reproducción de la vida y a las instituciones políticas del medioevo.
Tenemos así, que sobre el fondo de un despotismo heredado del neolítico, la sociedad occidental desarrolla sus propias formas de usar el trabajo en beneficio, en la antigüedad, de los patricios; en el mundo medioeval, de los señores propietarios de la tierra y en el moderno mundo capitalista, en beneficio de los dueños de los capitales.
Las anteriores reflexiones nos han traído entonces, a lo que estábamos buscando, me refiero al
Despotismo, como hilo conductor político de toda la historia de la civilización occidental, además de haberlo sido de toda la civilización humana.
Los restos arqueológicos nos muestran sociedades con estructuras y jerarquías, sociedades divididas en clases desde un pasado remotísimo, y lo muestran pues en su gran mayoría son restos civiles y funerarios relativos a grandes personajes, y luego del desciframiento de las escrituras más antiguas, el objeto de lo que se narra, los personajes de los que se habla, y todo el entorno narrado, son sin duda sobre personajes de la realeza, o de las noblezas o sacerdotes; con ventaja todas las sociedades de fines del neolítico sobre las anteriores, pues las jerarquías se hicieron mucho más fuertes, y más intenso el uso de unos hombres por parte de otros, entendiendo que lo que usaban era el trabajo ajeno para la reproducción de la vida de los que estaban en la cúspide de las jerarquías, en primer lugar, y por lo tanto, también, de los que erogaban su trabajo, para conservarlos y seguir usándolos en beneficio de los primeros.
Tenemos entonces el duo
jerarquía-despotismo,
constante de la historia humana, y en tal duo está implicado el trabajo en primera persona, porque la relación despótica tuvo siempre como su contenido real el uso del trabajo con la finalidad de la reproducción de la vida: en sentido general, el despotismo fue usado –consciente e/o inconscientemente-, durante toda la historia de occidente como un método para la reproducción de la vida del déspota, y para la conservación de la del trabajador, con la finalidad de disponer siempre de un número adecuado de ellos para seguir reproduciendo la vida de los déspotas. Este es, en verdad, el secreto de las jerarquías.
Despotismo como signo
El despotismo es una relación, es aquel comportamiento mediante el cual una persona somete a otra para que realice sus fines, transformándola en medio. Los fines realizados son los de quién despotiza al otro, y tal sometimiento es por la fuerza, no es por mutuo consentimiento.
Su contenido es, en apariencia, subjetivo e individual, pero esto es sólo la apariencia; es una relación engañosa porque es sólo un signo de otra cosa; hablamos de relación despótica, y decimos de alguien, o de algún gobernante que es un déspota, pero en las expresiones anteriores, nos referimos a la relación que establece alguien con otro, o un gobernante con su pueblo. En todos los casos lo despótico es la forma de la relación.
Su contenido es diferente a la forma exterior. En sus orígenes, sigue siendo de aquella manera, consiste en el uso del trabajo de alguien de forma compulsiva por otro, cualquiera que sea el tipo de trabajo para el beneficio de este último. Y cuando toda la sociedad misma se reproduce mediante el trabajo ajeno dirigido desde el poder, bajo la forma de la esclavitud, de la servidumbre, o del moderno trabajo asalariado, esta circunstancia es la que vuelve la relación de subjetiva e individual a estructural y general. Y entonces nos encontramos frente a sociedades despóticas. Con lo que hemos llegado a nuestro lugar de partida, que es,
La reproducción de la vida mediante el trabajo despótico en el capitalismo, El dominio físico es la base del despotismo del capital, y comenzaré diciendo que:

Aquel despotismo del que venimos hablando, es el mismo contenido que tiene hoy día la relación de trabajo asalariado, aunque dada la complejidad de las relaciones económicas y las mediaciones políticas y culturales, entre las que debemos incluir los medios masivos de distribución de ideología, pero sobretodo, dado que la dictadura del capital es generalizada y globalizada, y está ausente en los medios de comunicación, los actos de despotismo parecerían ser puramente localizados en algunos lugares del mundo y en algunos países particularmente incivilizados que son los reportados por los medios de comunicación de la burguesía, cuando en realidad, es la forma de relación por excelencia en la moderna sociedad capitalista.
La dictadura mundial del capital es la forma moderna del despotismo, pues al ser el uso que se hace de la inmensa mayoría de la humanidad, como medio para los fines de la mínima parte de ella, que son los dueños mundiales de los capitales, transforma toda la actual relación humana en relación despótica a escala mundial.
Ejecución del despotismo en la reproducción de la vida
El capitalismo, como todas las demás sociedades, tiene que vérselas con algo que nos aparece como un dato. Es decir, el sistema de las necesidades humanas. Las cuales, si son básicas, tienen su origen, en primer lugar, dentro del cuerpo, que es el que siente hambre y demás necesidades. Estamos sometidos a la acción de la naturaleza, por lo cual necesitamos alimentarnos, cubrirnos y alojarnos. Sin su resolución el hombre no sobrevive, esta es la base biológica de toda sociedad, es decir, la vida, que es el tema con el que comenzamos.
Esta base biológica es sin ninguna duda la misma de toda sociedad, así que digámoslo de la siguiente forma: la sociedad humana se ha erigido sobre la base de una conjunto de necesidades sufridas por el hombre, el cual es un ser menesteroso, dependiente de la naturaleza para vivir, eso es lo que se expone cuando se afirma que la resolución estratégica y humana, es decir, con uso de razón, del problema animal de las necesidades es la construcción de la historia, es decir, de la producción y reproducción de la vida.
Pero esa es sólo la base de toda sociedad, y el origen de la historia. Ya en el siglo xviii Adam Smith comprendió, y le expuso a sus alumnos de la Universidad de Glasgow, que el capitalismo no sólo erigió un sistema industrial para la satisfacción de las necesidades, sino que además, desarrolla e inventa nuevas necesidades permanentemente. Inventa, como bien lo dijo ese autor, objetos del deseo: repitámoslo, inventa necesidades, e inventa objetos del deseo, y los produce en sus fábricas, que son fábricas de objetos para que los deseemos, y también son fábricas de sueños para que soñemos.
Pero el capitalismo hace todo esto, e inventó el instrumento para que en la superficie del sistema, veamos objetos que deseamos y soñemos con ellos, sintamos cada día nuevas necesidades sin saber porqué; pero inventó junto a necesidades su instrumento de dominio, el trabajo asalariado.
Si nos preguntamos la razón por la que el trabajo asalariado es tal instrumento del dominio, la respuesta es la siguiente: el capitalismo se constituye cuando se han formado los tres mercados que lo posibilitan: el mercado de dinero, el mercado de materias primas y de alimentos, y el mercado de trabajo. Salvo el mercado de trabajo, formado por trabajadores asalariados, sin medios de producción propios, y desprovistos de alimentos, los demás mercados, el de capitales, y el de la tierra, están en manos de la burguesía, y los dueños de la tierra, siendo estos últimos la misma burguesía.
Para que toda la sociedad viva y se reproduzca, y para que cada ciudadano reproduzca su vida biológica, es necesaria la producción de bienes, en primer lugar, alimentos. Si el sistema productivo es propiedad privada de la burguesía, es evidente que toda la sociedad tiene que erogar trabajo en ese sistema productivo, y lo tiene que hacer en base a la relación que funda el modo de producción capitalista, que es la compraventa de fuerza de trabajo. Ahora bien, esa relación se constituye en virtud de que los trabajadores, al no poseer ningún factor productivo salvo su fuerza de trabajo, tienen que trabajar por el salario; lo que significa, que la relación es compulsiva, y la compulsión consiste en que en la relación lo que se dirime por un salario, es la vida del asalariado, quién no tiene la libertad de no trabajar, pues si no lo hace muere de hambre y de las demás necesidades.
En consecuencia, el despotismo en el capitalismo, se encuentra en la razón de ser de ese modo de producción que es el trabajo asalariado, y todas las instituciones jurídicas y políticas de la sociedad capitalista, es decir, el estado, están organizadas para el control del trabajo y de la población trabajadora. Así que, el estado burgués, no hace otra cosa que reproducir institucionalmente y lo sanciona, el despotismo en la base del sistema mismo.
Es tan altamente despótico el capitalismo, que esa condición le es esencial y consustancial, por ser la dictadura de los capitales, sobre, y contra toda la sociedad, y realiza su condición en la relación sin la cual deja de existir: y es así, porque el trabajador trabaja por su vida, es decir, trabaja para evitar su muerte, el capitalismo domina despóticamente en el dominio de la vida, en el dominio físico. Allí reside el despotismo, y la base económica de esa relación, consiste en que el trabajador vale una cantidad que es el salario, y valora en una cantidad mayor de valor que la que vale, que es lo que permite al capitalista acumular capital.
El capitalista alimenta sus capitales, con el miedo a la muerte del resto de la población, el dominio del capital es, como he dicho antes físico; por esa misma razón, la población puede desarrollar el poder para acabar con el capitalismo, porque menos que trabajo asalariado, no existe nada, el capitalismo reduce a la clase trabajadora a vivir con el temor a la muerte en la reproducción de su vida.



jueves, 29 de octubre de 2009

sobre el socialismo

miércoles, 28 de octubre de 2009

ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

Buenos días a amigos oyentes de Radio Nacional de Venezuela. Hoy es treinta de mayo del año dos mil ocho y yo soy Vladimir Lazo. Me encuentro ante estos micrófonos para decir algo sobre el mundo en el que vivimos. Antes de comenzar les comunico que frente a los controles se encuentra el señor Yoguar Pedroza, en la Dirección de Programación la licenciada Yolanda Delgado, en la Dirección del Canal Clásico el señor Manuel Lazo García, y frente a los micrófonos quien les habla Vladimir Lazo.
El asunto que deseo exponer es el relativo a algunos aspectos de lo que en general se enseña en las escuelas de economía. Es decir les hablaré sobre el egoísmo teórico.
Comenzaré diciendo, que la ciencia económica tuvo su comienzo en el moderno mundo europeo, a diferencia de las otras ciencias que nacieron en la Grecia clásica. Que haya nacido y se haya formado en época tardía no es el resultado de un olvido, de un retardo, o de una falta de interés por encarar los problemas relativos a la satisfacción de las necesidades, ni el asunto del enriquecimiento de la sociedad, siendo que estos temas podrían ser considerados como algunas de las más fuertes motivaciones originarias, para la formación del pensamiento económico, sin excluir otros de igual o más grande importancia.
Para ilustrar lo anterior, consideremos las prácticas sociales encaminadas a reproducir la vida humana mediante la satisfacción de las necesidades, prácticas las cuales con el devenir de la civilización, se vuelven cada vez más complejas y menos comprensibles a simple vista, como consecuencia de lo cual, se transforman en problemas, y se plantean y se resuelven de forma teórica en lo que luego llamamos teoría económica.
Pero esta es una visión plana e ingenua. Y lo es porque asume el problema como si fuese un asunto sólo técnico, mientras que cuando lo económico comienza a ser un problema en el mundo moderno, es porque ya éste ha recorrido un trecho lo suficientemente largo, como para que su forma exterior misma, es decir, el mercado, se haya vuelto un enigma, por lo que su forma interior, o sea, su sistema no visible, que son las relaciones sociales dentro de la producción, son igualmente de una oscuridad, cuyo desentrañamiento duró siglos para concluirse;
y las antiguas clases sociales del mundo medioeval, los señores y los siervos, estaban en trance de desaparecer como sostenes de la sociedad, pues habían emergido otras de aquella antigua sociedad, que eran, la clase burguesa y la clase del proletariado, suficientes en su relación como para armar toda la estructura de la sociedad moderna o capitalista, y que mediante tal relación, es decir la que se estableció desde el principio entre los trabajadores y los dueños de los capitales, se reproduce la sociedad a través de una estructura dinámica compleja, basada en la compra de fuerza de trabajo que hacen los capitalistas, para producir mercancías y acumular capital.
El asunto que origina al nacimiento de la ciencia económica, es la necesidad de desentrañar tal dinámica, que son relaciones sociales, por consiguiente, no fue un problema técnico, aún cuando tales relaciones, de realización sistemática, repetidas y estructurales, generan formas técnicas de realización y pueden ser objeto de investigaciones técnicas, y efectivamente lo son; pero el centro del problema no es técnico sino social y político, son relaciones sociales las que organizan el capitalismo.
Recordemos algo, cuando la ciencia económica nace en el mundo moderno, las condiciones de la vida económica y social se han transformado profundamente a partir de las formas primitivas de asociación humana, habiendo pasado por antiguas y grandiosas culturas y civilizaciones, cuyas riquezas se producían en todas ellas por medio del trabajo esclavo.
Durante el medioevo la fuente y el origen de la riqueza de los reyes, y de los señores, era tan visible y variada, como por ejemplo, las conquistas de territorios poblados, sometiendo a sus poblaciones a la esclavitud heredada del pasado, o a la servidumbre luego del siglo xi y, viviendo y satisfaciendo las necesidades, en tales sociedades, con del fruto del trabajo esclavo o servil, pero también recordemos que los señores feudales conquistaban regiones despobladas para asentarse y vivir en ellas y de ellas, pero en todas las situaciones hubo siempre una constante, que era, que la riqueza tenía su origen en la explotación, y expropiación del trabajo de los trabajadores mediante su sometimiento despótico.
En los métodos apenas nombrados, los mecanismos de la riqueza eran visibles y públicos, pero ese era el mundo premoderno, pero la economía es un asunto moderno.
Simplificando, el mundo moderno ve nacer la ciencia económica, cuyo asunto, como hemos visto antes, no es técnico, pues ni siquiera lo es básicamente, sino que es un asunto de organización de un tipo de sociedad, que es la sociedad capitalista, en la cual, las operaciones para la reproducción de la vida material de la sociedad se realizan mediante relaciones sociales, estructurales, que no son de comprensión inmediata, por lo que el nacimiento de la economía como ciencia es, como ya lo he dicho, la actividad de descubrir lo que se encuentra cubierto. Es decir, llegar a la verdad del modo de producción capitalista, supone poner de manifiesto lo oculto.
Por lo que más bien, es preciso decir, que el nacimiento de la economía, tuvo lugar en el período en que debía suceder, y no podía nacer en tiempos anteriores.
Sucede que la economía es la ciencia propia del capitalismo, es el conocimiento más típico de esta sociedad, lo es por antonomasia pues es su auto conocimiento.
En su historia encontramos la forma cómo, progresivamente, se transponen en la conciencia de los teóricos, las relaciones prácticas, constantes, automáticas, y estructurales, por medio de las que se reproduce la vida en las sociedades organizadas según el modo de producción capitalista, al cual asumen los teóricos de la economía, como la forma natural de reproducción de la vida humana, por lo que, su estructura despótica, basada en la compra-venta de fuerza de trabajo, asume para ellos la forma de relaciones naturales.
Por lo que también encontramos, dentro de sus fundamentos, la versión filosófica o metafísica por medio de la que sus expositores se conciben a sí mismos y a los integrantes de la sociedad y, en general a la historia y a la sociedad misma en su totalidad.
Recordemos que la ciencia se instaura, en general, cuando una región de la realidad no muestra la dinámica por medio de la cual es comprensible, pero esto vale siempre para todo el mundo real, que es siempre un enigma, no muestra nunca aquella dinámica, por lo que el conocimiento científico es siempre el lugar donde tenemos que ir para tener una versión verdadera de la realidad.
Y tal cosa es lo que sucede con el capitalismo, que la ciencia económica toma como su misión tal conocimiento. Lo que no significa, que en tiempos anteriores al modo de producción capitalista, no hubiese la necesidad, y la preocupación, por resolver los problemas que conlleva la satisfacción de las necesidades generales de la población, y el asunto, ligado al anterior, para todas las naciones o reinados previos al capitalismo, de la riqueza relativa de la cual podría depender su supervivencia, la de sus pueblos y de su organización política e institucional.
Con el capitalismo ocurre, que de las relaciones económicas, es evidente para todos, sólo uno de sus aspectos, su apariencia, que es el intercambio o el mercado, y no lo es en cambio, aquello de lo que es apariencia el mercado, y esto es debido al hecho de que lo acumulado, es capital, y las operaciones por medio de las cuales se realiza la acumulación, se ocultan detrás de las relaciones de intercambio de equivalentes entre mercancías que se opera en el intercambio, que es, como he dicho, la apariencia; y se ocultan también, en la producción, tras la relación de compra-venta de fuerza de trabajo, que aparece como intercambio de equivalentes, cuando en realidad, en tal intercambio, el que vende fuerza de trabajo, la vende por su valor de reposición, o por el equivalente del valor que rinde, y agrega, el último trabajador que se incorpora a la empresa, pero el trabajador, entrega una jornada en la que produce más valor que el que recibe; y se oculta también, tras las operaciones técnicas que realizan en su gestión los dueños de los capitales al combinar de forma calculada los factores tierra trabajo y capital, con la finalidad de optimizar el factor capital, es decir, con la finalidad de que el factor capital se reproduzca o se acumule.
En consecuencia, el capitalismo es un modo de producción opaco, no son visibles las relaciones y las causas por medio de las cuales los dueños de los capitales, o los ricos, acumulan capital.
Es por eso que la economía, la ciencia económica, comenzó su historia, con la finalidad de desentrañar la fisiología del modo de producción capitalista es decir, las relaciones que operan en su interior, para comprender los mecanismos de ejecución de la acumulación de capitales. Por esta razón, tuvo desde sus inicios, que vérselas siempre con aquella apariencia y leer en ella sus signos, y debió también, llegar al sistema productivo, para, de igual forma, mostrar las relaciones que en cada caso y situación histórica y social, se realiza la combinación ponderada de tierra trabajo y capital para optimizar éste último factor.
Lo anteriormente dicho es sólo un esquema resumido y reductivo, de algo de lo que fue dicho por Karl Marx en El Capital y en otras obras suyas. Sin embargo, como se trata de reflexionar sobre el asunto de la ciencia económica y de algunos de los fundamentos de su enseñanza, se vuelve una necesidad replantear el punto de vista de la economía política, vista como teoría alternativa a la economía neoclásica, y es igualmente necesario definirse en relación a la poderosa presencia de Karl Marx como pensador que realiza la crítica de la economía política.
Así que me encuentro en la oportunidad de hacerme acompañar para mi reflexión con tan grande pensador, pues sus temas siguen siendo los nuestros, su abordaje es igualmente el nuestro por ser sus discípulos, o tratar de serlo, compañía que es una gran ventaja, pues su magisterio ha sido tan grandioso, que constituye siempre un manantial que se agotará solamente cuando las condiciones que lo provocaron terminen, algo que, al contrario, no ha sucedido, sino que sigue en pie, pues en pie sigue el modo de producción capitalista, con toda su estructura de dominio sobre toda la sociedad y sobre todos los individuos, lo que hace que la economía siga siendo economía política y no economía pura, aséptica y sin relación de compromiso con alguna parte de la sociedad, sino que por el contrario, sigue siendo una estrategia del dominio de la burguesía sobre toda la sociedad.
En consecuencia, para reflexionar sobre la actual enseñanza de la economía, es preciso plantearse, aunque sea a grandes rasgos, y en primer lugar, el mundo histórico-social sobre el cual es relevado como objeto de estudio la producción y la distribución de la riqueza, que es aquello que la economía toma –o tomó en alguna época-, como su objeto, y sobre la modalidad en que lo hace; en segundo lugar, tener en consideración, el instrumento por medio del cual se plantea el tema económico como economía política y no como economics o física económica.
Estas consideraciones preliminares son pertinentes, pues la economía política clásica, como todos sabemos, se planteó tal asunto como uno de sus problemas, y se preguntó además por la apariencia, y se respondió, conectando los fenómenos del intercambio, con lo que le sirve de criterio explicativo. Como ya lo saben me refiero, en este último caso, a una de las preguntas fundamentales de William Petty, que condicionó todo el desarrollo de la teoría económica hasta Karl Marx, a la que me referiré luego.
Sobre el primer asunto, es preciso decir, que el mundo moderno, o mundo capitalista, se termina de constituir cuando ha finalizado el proceso de formación del último de los mercados del capitalismo, que es el mercado de trabajo por obra de la acumulación originaria, siendo que el primero, el de capitales, estaba formado desde antes del siglo catorce, y adicionalmente, las materias primas y los medios de producción, se encontraban ya en manos de la clase propietaria de la tierra y la transformación primaria de sus productos, era una de sus actividades, resultado de aquella primera acumulación.
Es a partir de esta configuración, en que los tres factores que la economía clásica identifica como los de la economía capitalista, que son tierra, trabajo y capital están ya presentes -pues además son sus supuestos-, que el modo de producción capitalista puede, por lo tanto, desarrollarse. Y es, desde estas premisas, desde las que nuestro enfoque comienza a tener pertinencia.
A partir del final de la constitución de los límites dentro de los cuales discurre el funcionamiento del capitalismo, podemos hablar realmente de esta civilización y de sus efectos, y por lo tanto, de lo que ha hecho ese sistema con el problema histórico-biológico que el hombre se planteó como prioritario, que es el de la resolución estratégica del problema de las necesidades.
Partamos entonces de algunas premisas extraídas de la historia misma del programa de la economía política clásica, para iluminar el tipo de sociedad que es el capitalismo.
II.
Premisas
Tomaré sólo dos de ellas.
1.- En primer lugar, William Petty, quién, entre otras cosa importantes que se pregunta, se interroga acerca de, qué es lo que en verdad intercambiamos cuando intercambiamos productos del trabajo como mercancías, y se responde, que lo que verdaderamente hacemos es, intercambiar cantidades discretas de trabajo, bajo la forma material de sus productos. Esta respuesta realmente inaugura la teoría económica, pues identifica en el mundo de la realidad, una apariencia –es decir, una forma-, que es el intercambio, y agrega que esa apariencia lo es de aquello que se eroga en la producción, que son cantidades discretas de trabajo. Al hacer esto, Petty plantea el asunto de la inteligibilidad del modo de producción de forma clara; lo que nos aparece: o sea, la forma, que son las relaciones de intercambio mercantil, no agota la comprensión del sistema; es preciso ir más allá de ella para comprender su contenido, y ese contenido es el campo de inteligibilidad “originaria”. La pregunta se dirige entonces a la forma social intercambio, y la respuesta a ella es un contenido, que es el trabajo, transformado por obra del capitalismo en cantidades del mismo.
Esta es una respuesta potente a una pregunta básica, y es, según Marx, un esencial componente para la constitución de la teoría económica posterior. Es potente porque en ella está contenido el carácter dúplice del capitalismo, constituido por sus dos subsistemas, el de la producción y el del mercado; y porque entre ellos, la relación es de causa a consecuencia, la primera es la causa de la “forma” de lo que hacemos en el mercado, que consiste en que el trabajo se transpone en la forma social valor, la cual es la forma de su presencia en el modo de producción capitalista.
Pero también es potente pues uno de los intereses de su autor es el de dar cuenta de las relaciones a través de las cuales se opera la acumulación de capital, identificando –usando un lenguaje que no es el suyo-, los dos campos de coherencia, y sus relaciones y el tipo de tratamiento, y la comprensión del hecho histórico de que el trabajo se vuelva cuantos del mismo y que como tal se compra en el mercado de trabajo, todo lo cual es un presupuesto que uniforma todo el desarrollo de la economía clásica, y la prepara para la enunciación de la teoría del valor, que en sus varias versiones será el instrumento mediante el cual se intentará dar cuenta de aquella acumulación, y que llegará a su culminación con Marx.
Es decir, en el intercambio, el trabajo se vuelve algo que no es, pues se representa, o se vuelve valor, y vuelto valor, es preciso relacionar cuantos de valor, entonces, el trabajo erogado en cantidades discretas se transforma igualmente en formas matemáticas en la producción misma.
Dentro de la respuesta, encontramos que existen dos esferas y la relación recíproca entre ambas: la producción y el mercado; y por otra parte, que es necesario comprender la conexión específica que establecen para continuar en la comprensión de la fisonomía del capitalismo.
Recordemos que Petty se propone, igualmente, llevar a la comprensión de sus contemporáneos que la vida social puede ser tratada de forma matemática, y recordemos que escribió un libro llamado Aritmética política, y otro, Ensayos sobre aritmética política en los que pretendía tratar los temas relativos al mundo social y político, como se tratan los temas objeto de las ciencias naturales.
Retengamos entonces, que la pregunta, y la respuesta de Petty, proveerán algunos de los problemas esenciales, y proporcionará la forma de preguntar y de responder, y condicionarán el desarrollo del programa de investigación clásico.
2.- En segundo lugar, Adam Smith, quien después de la publicación del libro que lo hizo famoso de La teoría de los sentimientos morales en 1759, dictó lecciones en la universidad de Glasgow sobre variados temas entre los años de 1760 y 1764. Hacia fines del 63 y comienzos del 64, habló acerca de lo que ahora llamamos economía, y desarrolla su primera teoría económica, que muy resumida, y explicada en un orden diferente al de la exposición, contiene dos sistemas causales con diferente entidad ontológica entre ellos, a saber, aquel que produce la civilización o lo económico, centrado en las necesidades y el tratamiento humano de ellas; y en segundo lugar, el que rige una forma de lo económico que es el capitalismo, en el que, a una dimensión de la división del trabajo corresponde un sistema conmensurado a ella del intercambio, relación en la que rige una racionalidad para que se realice en equilibrio, conectando en su explicación, el mercado y la producción según su primera concepción del valor-trabajo; en la lección quinta –de contenido “metafísico”, pues se plantea el origen de la división del trabajo y lo sitúa en el tipo de razón del ser humano, o sea, en la razón comunicadora, que hace que para realizarse, el hombre construya no sólo los lenguajes naturales y artificiales, sino que “deriva” hacia un “método” que es el de dividir el trabajo produciendo un excedente, que intercambiado, instaure otro tipo de relación lingüística, que es el mercado.
Es decir: para realizar una parte de su razón comunicante, inventa el trabajo, lo divide, crea excedentes de producción, y los intercambia, realizando como he dicho, su otra dimensión racional-lingüística, en la que las palabras son los productos del trabajo, siendo ésta, una de las tesis metafísicas más problemáticas implicadas en las Lecciones.
Entonces, de las dos primeras lecciones, dictadas entre fines de 1763 y comienzos de 1764, en las que el tema es el de las necesidades, podemos extraer la idea de que la remota invención del trabajo, que fue resultado de los procesos propios de la razón, de empatización y de la consecuente agrupación para resolver de manera solidaria y de forma estratégica el asunto animal de las necesidades, en primer lugar del cuerpo, y con la evolución, todas las demás, inventadas por el hombre mismo, esa invención, instauró la civilización y marcó su desarrollo, pues nos resulta de sus escritos, que la civilización es el resultado de algunas operaciones primigenias realizadas mediante la guía de la razón, por tratarse el ser humano de un animal, en el que las señales del cuerpo, son reconocidas de forma inmediata por su razón y en consecuencia, esa misma facultad racional guía la respuesta a los estímulos del cuerpo.
Cité la Teoría de los sentimientos morales, pues en ella tenemos algo muy importante. Es un texto muy rico, y será siempre un abusiva reducción lo que se hable de él rápidamente, no me referiré por los momentos al asunto moral, sólo diré que allí Smith nos muestra entre otras cosas, la estructura derivada de la razón mediante la cual el hombre expresa sus sentimientos, pasiones, intereses, argumentos, etc.; y nos expone igualmente que el ser humano vive sometido a una tensión básica entre dos tendencias suyas, que son, por una parte, el egoísmo, originado en las necesidades del cuerpo, y por la otra, el altruismo y la solidaridad, originados en la razón. Todo el tratado está vertebrado por esa tensión.
Tal estructura, derivada de la razón, tiene como extremos la empatía y la simpatía, que son comportamientos relacionales del intelecto, y por lo tanto derivados de la razón, y su término medio está constituido igualmente por las operaciones propias del intelecto, de medición y de mediación. Esta simple estructura es aquella por medio de la cual fluyen pasiones, sentimientos, intereses, argumentos, etc., y es la que Smith pone en movimiento para explicar toda la dinámica de las acciones humanas y los extremos que posibilitan la valoración moral, y es también la que le sirve de fundamento para construir ese personaje básico en el libro de “el hombre en el pecho”, que es el concepto de conciencia moral.
a) Sobre la base de su teoría moral, que es también una teoría de la acción social y del comportamiento de la razón, y en segundo lugar, de lo expuesto sobre economía en la Universidad de Glasgow, construye Smith su teoría económica definitiva, bajo el nombre de Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, publicada en 1776.
En ella, los contenidos económicos son procesados por medio de aquella estructura de la razón -previamente mostrada en 1759-, que determina el típico comportamiento de los seres humanos, que por ser animales sufren necesidades que deben ser atendidas, las que se presentan como señales provenientes del cuerpo, y, dado que son seres dirigidos por la razón, que es la que le organiza los comportamientos, esa dirección le señala la necesidad de agruparse para resolver el problema, en una combinación de esfuerzos y en distribución de las tareas. Lo que nuestro autor llama división del trabajo.
A partir de esta situación, el resto procede por derivación, es decir, la enunciación del intercambio en su relación de conmesuración con el trabajo dividido, y, el dinero, como variable activa para la estructuración definitiva del modo de producción capitalista, cuya finalidad es la de la acumulación de capital. La cual tiene su motivación superior en el comportamiento denominado por Smith, como cuidar sus propios intereses, pues en el capitalismo, cada uno cuida sus intereses, con el que comienza a desarrollar la idea del Homo economicus, en el cual se realiza toda la teoría del sujeto en función económica. Este homo economicus –que es un nombre dado por John Stuart Mill el S. XIX-, es aquel que por lo general se define como el típico hombre del capitalismo, pues, el cuidar sus propios intereses es asimilado acríticamente con el concepto de egoísmo, sin coincidir plenamente con él en la teoría de Smith, que lo menciona sólo una vez en La riqueza de las naciones.
b) Sin embargo, encontramos en Smith una ambigüedad que consiste en que, en el mundo de las relaciones no económicas, que es el dominio de su teoría moral, para la conservación del orden social, o sea, para que reine la armonía, el consenso y el equilibrio, y no se imponga la lucha de todos contra todos, propia del campo de lo económico, es necesario que cada ciudadano tienda a sacrificar permanentemente y a conciencia, su impulso egoísta, tanto en la acción social como en la valoración de tal acción y sobretodo en la propia; y debe entonces darle preeminencia al otro aspecto constitutivo del ser humano, que es la racionalidad, opuesta al egoísmo, el cual tiene su sede en las necesidades del cuerpo, mientras que la razón, por ser la facultad en la que se originan los pensamientos generales, o ideas, lo lleva al altruismo, y a los comportamientos de relación con la colectividad en vistas del interés general, mediante aquel dominio que tiene, o puede tener, sobre el cuerpo, por lo que la armonía de la sociedad, Smith se la entrega, como ya dije, a la conciencia que debe tener todo ciudadano de la necesidad del sacrificio antes mencionado, en aras de la armonía, cuyo eje es el respeto a los sentimientos ajenos, que pasa a ser, uno de los contenidos de su moral.
La ambigüedad mencionada consiste en que, en la exposición del plano económico -en el que dice que lo que reina es el cuido de los propios intereses, o egoísmo fundante del capitalismo-, Smith en el capítulo VII de la Riqueza de las naciones, nos expone que el ejercicio económico produce las tasas naturales de uso de los factores. Pero tales tasas, en realidad, además del uso teórico o para el conocimiento, en la práctica son también estructuras moderadoras del egoísmo, pues, por más egoísta que pueda ser el dueño de un factor, ese no le producirá más de lo que tales tasas naturales de uso le permiten según el uso que le dé a su factor, y la única forma de optimizarlo, es innovando, que sólo lo puede realizar el dueño del capital y eventualmente el de la tierra. Es decir, donde la clave es el egoísmo, existen estructuras en la realidad que lo minimizan; mientras, en el plano de la acción social no económica, dado que no existen luces rojas que se enciendan cuando se es egoísta y se viola la integridad afectiva del semejante, la conciencia es la que erige en instrumento de control y autocontrol.
Tal ambigüedad consiste, en que, el plano de la acción social, o de la “moral” está, en realidad, imbuido de economía, pues la vida económica organiza todas las relaciones sociales, como nos lo muestra el propio Smith en sus dos principales libros; y, en el otro plano, en el sistema de la producción para la satisfacción las necesidades y la acumulación de capital, en el que lo vigente es velar por los propios intereses, está igualmente presente su teoría moral, en la medida en que, de las dos tendencias del ser humano, la razón por una parte, y el egoísmo originado en el cuerpo, reflejado éste último en la primera bajo la forma del reino de las necesidades, por otra parte, vence éste último, vencen el cuerpo y el egoísmo, y dominan al primero que es la razón, y por su parte, lo racional está objetivado y es sólo la institución del mercado, por lo cual, nuestro autor, obvia que, el poder producido por la acumulación indefinida y como finalidad única del capital, retroalimenta aquel cuido de los propios intereses, volviendo la sociedad capitalista, una sociedad fundada, en todos sus aspectos, en el egoísmo, que es sólo una parte del sujeto humano, según Smith, produciéndose, de esta manera, un ocultamiento en doble sentido: en la acción social se oculta, que sobre ella gravita, conformándola, la intencionalidad económica; y en lo económico se oculta que, por obra de fundarse en el cuido de los propios intereses, transformado en egoísmo, el capitalismo, al contrario de su prédica, que es la de ser la alternativa civilizatoria de la humanidad, lo que hace es transformar todo hombre en asalariado de los capitalistas.
Tales ambigüedades, presentes en Adam Smith, no fueron advertidas por él en todos los contenidos. Creo más bien que son la exposición parcialmente inconsciente de algunas de las contradicciones del capitalismo, percibidas por un teórico de gran nivel, que no logra resolverlas, pues considera sin lugar a dudas, que el modo de producción capitalista es la única alternativa civilizatoria, que contiene dentro de sí, sus estructuras de auto corrección, equilibrio y armonía, y, no identifica, como el centro de los males, que ese modo de producción condena a la mayoría de los ciudadanos, a ser medios para la realización de los fines de quienes acumulan capital, pues la operación de comprarles su fuerza de trabajo, los transforma en eso, no en finalidades en sí mismos, sino medios para otros. Pero, con estos problemas entramos en otros territorios, pues el tema que con ellos se insinúa es el de la crítica de la economía política por obra de Karl Marx.
Sin embargo, debemos tener presente, que en la mención del cuido de los propios intereses, que deviene en egoísmo o selfish por obra de la dinámica de la sociedad capitalista, Smith nos señala sólo un síntoma exterior de esta sociedad, que tiene como su finalidad y contenido acumular capital, por lo que el egoísmo como comportamiento se vuelve virtud cardinal y en consecuencia, fuerza directiva y organizativa de la vida social.
El comportamiento egoísta, que es sólo un síntoma exterior, Smith lo erige en una de las formas cardinales del ser humano, y lo acompaña del altruismo, que puede ser considerado otro síntoma, a igual título que el anterior, y realmente lo hace; pero el resultado que obtiene es que, la reproducción de la vida se realiza a través y por intermedio del egoísmo moderado por las tasas naturales, y, el altruismo, es sólo un deber ser, y no algo cuya realización sea independiente de la vigilancia permanente del ser humano.
Racionalidad, socialidad, altruismo, que en este caso serían conceptos derivados cada uno del anterior, y que son constitutivos esenciales del ser humano según Smith, en el capitalismo son sólo una finalidad, un deber ser, como he dicho antes, mientras que el egoísmo, que se origina en las necesidades del cuerpo, es la verdadera fuerza que organiza la sociedad, y en ella se realiza.
III.
Conclusión de lo anterior
1.- La sociedad capitalista descansa sobre una inversión de fines que genera su forma esquizoide de realizarse: su finalidad declarada, o manifiesta, que es la de ser una sociedad de iguales que proporcione la satisfacción de las necesidades humanas de todo tipo a todos los seres humanos, y que el título para la apropiación de parte de la riqueza social es el trabajo, de lo que derivaría su armonía, finalidad que descansa sobre el sistema racional del sujeto, es un deber ser imposible, porque ella se basa en el egoísmo que imposibilita la realización de tales fines; y en cambio, lo que se realiza, que es el egoísmo, que constituye su verdadero fin, impide su fin declarado, y transforma las relaciones sociales en relaciones de valor, en primer lugar al trabajo, que vuelto mercancía es valor de uso para los dueños de los capitales que lo usan para acumular capital, como se ha dicho más arriba. O lo que es lo mismo, la socialidad y los fines solidarios, o sea, la realización de los fines generales de la razón humana, son negados al ser mediados por las mercancías, y el valor se instaura por lo tanto, en el mediador social por excelencia y la finalidad que se realiza es sólo la de los dueños de los capitales.
2.- Hasta ahora me he referido sólo a dos conjuntos de premisas de la sociedad capitalista, a través de dos de sus más ilustres expositores que son William Petty y Adam Smith. Son dos de los más lúcidos teóricos del capitalismo. Me he reducido solamente a ellos porque no estoy hablando de la teoría económica sino de su enseñanza. He creído conveniente partir de quién inició el programa clásico y continuar con quién le dio su primera forma completa. En el entendido de que en ambos encontramos los rasgos esenciales básicos que definen un modo de producción como capitalista, antes de la crítica de Karl Marx.
a) Según el primero de esos autores, podemos visualizar que el capitalismo contiene dos subsistemas, el del mercado, que es el que nos aparece en nuestra práctica cotidiana, y el de la producción, que es aquel que vuelve inteligible las relaciones del primero; además de mostrarnos Petty que el valor es la apariencia del trabajo y que la forma cuantitativa de aquel es resultado del transformarse de éste en cuantos de trabajo, lo que lo lleva a intentar construir una teoría de la acumulación de capital, a partir del trabajo representado en el valor.
b) Según algunos aspectos del segundo, el cuido de los propios intereses, se vuelve el egoísmo como motor de todas las acciones dentro del modo de producción capitalista, como ha sido explicado ya.
IV.
El fundamento de lo que se enseña
Lo anteriormente expuesto, es telón de fondo teórico de las exposiciones del capitalismo. El capitalismo procede y se estructura por la combinación ponderada de los factores tierra, trabajo y capital, que realizan los dueños de los capitales, expuesta desde Adam Smith en los capítulos V, VI y VII de la Riqueza de las naciones. La condición sine qua non para que tal modo de producción exista, es la presencia de un adecuado mercado de fuerza de trabajo, para que los capitalistas compren el trabajo en cantidades discretas, y puedan realizar la combinación de todos los insumos en forma de valores, es decir, para que realicen una combinación formal, mientras los trabajadores realizarán una combinación real, al transformar las mercancías materias primas en otras mercancías finales, haciendo lo cual, como nos dice el propio Smith, incorporan valor nuevo al incorporar tiempo de trabajo a las materias primas al transformarlas, de tal manera que, el beneficio del capitalista y la renta del terrateniente, son detracciones del producto total del trabajo, y que una vez arrojadas las mercancías al mercado, se transfiguran y se representan en una cifra uniforme que es el precio, por medio del cual se pagan tres fracciones, salarios, beneficios y rentas, teniendo siempre presente, que Smith nos dice que todo el valor formado es resultado del trabajo y que lo que sucede es una substracción del dueño del capital que toma para sí el beneficio y paga la renta de ese valor global producido por el trabajo (ver Libro I, Cap. VI y Lib. II Cap. III ).
Sabemos la forma como el marginalismo cambió el sistema de los cálculos en la teoría económica, pero, algo que no desmienten los actuales teóricos neoclásicos es la presencia del egoísmo como el factor cardinal de la sociedad que teorizan. Uno de sus fundamentos es una remozada teoría antropológica y metafísica del homo economicus, optimizador de las actividades de su vida, y egoísta, en tanto igualmente, tiene como finalidad la de acumular capital.
El egoísmo y la optimización del factor capital
Las teorías neoclásicas nos dicen que –en principio-, todas las actividades que sean capaces de generar beneficio capitalista deben ser dejadas a la iniciativa privada para que ella, desarrollándolas, provoque que la riqueza social crezca con el efecto de que, al ser producida mucha riqueza, ésta, gotee a las clases pobres de la sociedad.
Nos dicen igualmente que el hombre es egoísta por naturaleza, es decir, que por ser su condición natural, no le puede ser eliminado. Sobre esta idea, heredada de Thomas Hobbes, entre otros filósofos, al ser connatural al hombre el egoísmo, el sistema capitalista, al tener como su finalidad más importante la de producir beneficio privado, realiza el egoísmo, y por ello, realiza la esencia humana. Esta es una de las razones por las que los defensores del capitalismo, argumentan que es insustituible, porque en él, el hombre se vuelve libre, porque al contrario de impedirle la realización del egoísmo se la fomenta, y es la organización del mismo.
Otra organización de lo social, que lo impida o lo minimice sería contra natura. Podemos preguntarnos: ¿Es el egoísmo realmente constitutivo del ser humano? Y en segundo lugar: ¿Qué es el egoísmo? Comenzando por esta última pregunta, podemos responder, de manera minimalista, que es un comportamiento según el cual, el objetivo permanente de la persona es sí mismo por encima de todo otro, comportamiento por el cual, se erige a sí mismo como la única finalidad de vida, supeditando todo lo demás y a todos los demás, al cumplimiento de sus propios intereses y objetivos. Esta idea es la que encontramos realizada en la sociedad capitalista, sobretodo en los dueños de capital o en los que desean serlo. Está tomada del mundo constituido por ese modo de producción. En ese sentido poco nos dice por ser un efecto de una sociedad que produce egoístas, entonces no podemos deslindarla de su origen.
Pero este efecto de una sociedad que produce egoístas es el que los teóricos neoclásicos definen como la condición humana, o sea, toman un efecto como si fuese la causa, entendiendo que si es connatural y constitutivo esencialmente del ser humano, es la causa de lo que éste realiza. Pero decir que el ser humano esencialmente se toma a sí mismo como la única finalidad valida en la vida, significa que todos los seres humanos tienen de la misma manera iguales fines, o sea, se refiere a una sociedad constituida por seres egoístas. Pero esa sociedad de egoístas hasta hora no la hemos conocido sino en su forma capitalista de existencia humana.
Es decir, los sostenedores del egoísmo como esencial y connatural al ser humano sólo están hablando de la sociedad que lo erige en causa de sí misma, que es la sociedad dominada por el interés privado, o sea, el capitalismo.
Para conocer algo sobre el egoísmo, yo remitiría a la lectura de muy buena parte de la tradición literaria, filosófica y política del occidente moderno. Leamos por ejemplo El príncipe, de Maquiavelo y comprendemos la lógica y la práctica occidental moderna de consecución y mantenimiento del poder político. Allí se expone, de forma clarísima, sin mencionarlo, la ejecución del egoísmo como instrumento de organizar a toda la sociedad en beneficio del príncipe, o del gobernante de la actual democracia formal capitalista; tomemos El leviatán de Thomas Hobbes, y encontramos una moderna teoría del contrato social, que es teoría del control de la población, en aras del mantenimiento del poder por parte de los poderosos; leamos a Marx en El Capital, y encontraremos la más profunda crítica del egoísmo o del interés privado por encima del colectivo, y así veremos, cómo una sociedad que se basa en él, y que produce hombres egoístas, lleva a destruir el patrimonio civilizatorio heredado de toda la historia de occidente, y a convertirse en la realización de la nada civilizatoria, como lo vio Friedrich Nietzsche, sin comprender este filósofo, la verdadera fuente de la nada por él proclamada como el lugar de llegada de occidente, y en consecuencia, el fin de esta civilización.
Pero estudiemos sobretodo, el ejercicio del poder en nuestra civilización democrática y veremos que lo realizado en la actual política global, es el ideal de Trasímaco, personaje del diálogo República de Platón, que opinaba que la justicia consiste en que el poderoso haga su conveniencia, es decir, que ejecute su egoísmo, que es lo que vemos hoy día, cuando la forma verdadera de lo justo, para casi todos los poderes gobernantes alrededor del mundo, no es otra cosa que la política imperial de los Estados Unidos, o sea, el egoísmo en su máxima expresión, realizado a escala planetaria, que hoy día realiza el señor George Bush.
Ahora bien, los estudios de economía tienen como objetivo enseñar la óptima combinación de los factores tierra, trabajo y capital para que en su ejercicio se optimice, o se reproduzca, el factor capital. Es decir, se estudia para planificar de forma óptima la reproducción ampliada ad infinitud del capital, es decir, de algo que es propiedad privada de una mínima parte de la sociedad, la cual mínima parte, le compra el trabajo a todos los excluidos de la propiedad de los capitales, incluidos entre ellos, a los que están estudiando economía, para reproducir ese factor que es el que lo vuelve trabajador asalariado y que le impide dejar de serlo pues, el salario no le permitirá ahorrar para comprarle la empresa a su empleador.
Adicionalmente, desde el comienzo de la carrera, en el primer semestre, y se le repite hasta el final, se le dice al estudiante que el egoísmo es el rasgo constitutivo más básico y esencial del ser humano, que es, en consecuencia, su “esencia”, sin explicarles a sus víctimas las inconsistencias teóricas que suponen enunciar propiedades metafísicas del hombre, existente, existido y que existirá -seguramente por ignorancia-, por lo que hablan sin saber lo que dicen. Hablan de esencia, la cual lo define (o lo definiría), por lo que la ciencia económica, que teoriza sobre el sistema que realiza el egoísmo, asume esa condición supuestamente natural dentro de sus axiomas y postulados, y entonces, la teoría, además de ser, o precisamente por ser la explicación de la optimización del factor capital, realiza el egoísmo como parte de ella, es decir, forma parte integrante del objeto teórico, por ser constitutivo del ser humano que realiza el ejercicio de la economía, por formar parte de una sociedad capitalista.
Tenemos entonces esto: en los estudios nos aparece el egoísmo en dos formas, en la primera, como esencia o naturaleza humana. No se hace una teoría al respecto sino una metafísica, que es lo que cabe según sus intenciones –tal vez por falta de conocimientos adecuados-, pero se asume de forma acrítica la idea vulgar y se la toma como verdadera; en la segunda, se toma esa versión vulgar, en realidad tomada de la cotidianidad del mundo capitalista, y se la usa como fundante de la teoría.
El asunto grave es que tampoco dentro de los teóricos de la economía, existe una versión uniforme y unívoca del egoísmo, precisamente porque ese término –en el pensamiento económico o en el sociológico-, no tiene un concepto desligado de las conductas egoístas observables, y sujeto por lo tanto, a las dificultades antes anotadas.
Esta doble aparición de la condición egoísta condiciona la formación de los estudiantes de economía; terminan, en primer lugar, creyéndose tales por naturaleza, y en segundo lugar, dado que la teoría lo asume como una de sus espinas dorsales, creen que su estudio es el estudio de la naturaleza humana, la cual se hace objetiva tanto en conductas optimizadotas de sí mismos por parte de los seres humanos, como el la forma en que se relacionan entre sí, por lo que terminan pensando que es la exposición de la realización de esa naturaleza en el mundo social.
Lo no explicitado durante los estudios, es que la verdadera conducta egoísta que se realiza en el capitalismo, es la de los dueños de los medios de producción, imbuida del egoísmo como la fuerza por medio de la cual planifican la optimización del factor capital, para sí mismos, a costa de la explotación de la fuerza de trabajo; ellos son los que realmente pueden realizar su egoísmo, pues tienen los medios para ello por ser lo propietarios de aquellos medios que los habilitan para someter a la condición de asalariados a los excluidos de tal propiedad.
Esta confluencia de la idea del egoísmo hacia la naturaleza humana y hacia la teoría, contribuye a formar parte de la estructura de la conciencia tanto afectiva como teórica de los estudiantes de economía. Los cuales, de manera progresiva, podrían ir produciendo en sus mentes ciertas inferencias, es decir, el egoísmo tiene, como su derivado lógico e ideológico, la envidia, pues el que vive para sí mismo como finalidad exclusiva, seguramente envidiará todo aquello poseído por sus semejantes y deseado por él, lo que inevitablemente lo llevará a extraer la siguiente inferencia, es decir, si se es egoísta –que es un bien y no un mal, por ser la naturaleza humana-, será en consecuencia envidioso, y será también un traidor.
Por otra parte, lo enseñado en las escuelas, es la optimización del factor capital con la finalidad de que se acumule indefinidamente, con el egoísmo como su completamiento antropológico y moral, con sus anteriores consecuencias, y es enseñado a los estudiantes, en su gran mayoría pertenecientes a clases de no poseedores de capitales, como si el resultado de tal práctica social para la que están siendo formados, fuese de su interés, como si fuese de su conveniencia. Esto hace que las escuelas de economía se hayan vuelto escuelas de cinismo: se les dice a pobres que enriquecer a ricos es su conveniencia. No se les dice realmente cuál es el contenido del estudio que realizan.
Esta situación es adecuada al mundo actual. Pero sólo si ese mundo, es visto como lo ven, porque lo produjeron, los europeos y norteamericanos. Estos pueblos, al desarrollar el modo de producción capitalista reelaboraron el anterior patrimonio cultural heredado de toda la tradición histórica y cultural de occidente, y lo consumaron y consumieron y llevaron a la cultura occidental, a lo que Friedrich Nietzsche denominó y caracterizó como la entronización del nihilismo, que quiere decir, que como todo se consumió y consumó, ya no queda nada a realizar del patrimonio heredado. Aquello que no percibió Nietzsche, es que occidente no realizó todos los valores heredados de la tradición greco-latina. Le faltó realizar aquel que sirve de sostén a todos los demás, el cual es, la idea del zoon politikón aristotélica, es decir, la igualdad en la razón y en las emociones de todos los seres humanos, idea que occidente nunca ha tratado en serio de llevar a la realidad, pues ha sido siempre una civilización despótica. Esta idea es en realidad la ley del cierre de toda la cultura occidental, pues es la que garantiza que todos los demás valores no destruyan la civilización fundada en ella, y es, la que le da sentido a todas, pues es la que realizándose vuelve realmente humana a la humanidad.
De tal manera que, en estos tiempos, acabar con la dominación del capital sobre toda la sociedad es la más acuciante tarea histórica pues en ella nos va la supervivencia del ser humano.

El trabajo asalariado II Vladimir Lazo García

Al final del artículo anterior decía que el fin estratégico de la revolución es acabar con el trabajo asalariado, lo que significa acabar con el capitalismo, pues éste se fundamenta en aquel. Decía también que luchar sólo por la mejora del salario es luchar para que el capitalismo no finalice.

El socialismo persigue el fin de aquella relación fundamental, que es, el intercambio de trabajo por capital, o sea, la compra de fuerza de trabajo: el capitalista compra trabajo y lo paga por lo que cuesta reproducirse a largo plazo, y el trabajo le produce una cantidad de valor mayor que el salario, que es lo pagado por él, de allí extrae el capitalista el plusvalor. Todo empresario sabe lo que le cuesta cada empleado, y lo que le produce, que siempre es más.

El capitalista se apropia de la voluntad del trabajador junto con el tiempo de trabajo que le compra, y usa ambos en su beneficio dentro del sistema organizado por él, que es la empresa, por ello, la relación capitalista de producción es una relación despótica, y tal despotismo es constitutivo de toda la civilización capitalista, que lo reproduce en las constituciones, que consagran la democracia representativa o formal: democracia de forma, no de contenido, encubren el despotismo con una formalidad política.

Es necesario comprender lo anterior: toda crítica real y radical, como dice el Presidente Hugo Chávez, que se proponga acabar con el capitalismo, debe suprimir el sistema de la producción basado en el trabajo asalariado. Terminar con él, conduce a la construcción de una sociedad en la que la libertad, no sea la de pocos: aquellos que tiene el poder económico y político para ejercerse como ciudadanos libres, en una sociedad en la que las inmensas mayorías no lo tienen.

Lo que nos lleva a un tema esencial: la libertad nunca ha existido: desde la antigüedad existieron sólo sociedades despóticas: amos y esclavos; señores y siervos, capitalistas y asalariados: la razón del dominio despótico fue siempre la apropiación del trabajo ajeno para el enriquecimiento de los déspotas. El capitalismo es la última versión.

La libertad es entonces nuestro tema, pero junto con ella, la democracia, pues ésta y aquella se fundan recíprocamente. Pero es sólo el tipo de democracia en la que los pueblos y los ciudadanos participen de forma protagónica y, en consecuencia, sin que el trabajo pueda ser comprado para el enriquecimiento de unos pocos.